Isabel Celaá, tiene por delante una ardua tarea, dependiendo siempre del tiempo que tenga en mente Pedro Sánchez permanecer en el Gobierno, o del tiempo que el resto tenga en mente mantenerlo, pues quien a hierro mata a hierro puede morir. Al parecer en los años que ejerció de consejera, destacó por su afán de alcanzar la excelencia educativa de alumnos y docentes, así como de erradicar el abandono y el fracaso escolar, buena carta de presentación.

De momento vamos a imaginarnos que Pedro Sánchez no cumple su promesa de convocar elecciones a medio plazo y se queda, entonces sí tendrá la ministra que afrontar los retos de la Educación que le son propios y que no son pocos ni fáciles. A largo y a corto plazo, de mayor a menor envergadura.

Encima de la mesa está la prometida derogación de la Lomce, pero sin pacto educativo y sin una nueva ley parece difícil. Los que tan alegremente creen que algo así se puede hacer de un plumazo, se equivocan, una ley se deroga con otra ley, y llegar a un consenso entre todos sus últimos y variopintos aliados va a resultar, me temo, algo complicadillo. Aun así, su primer gran objetivo, y si lo consigue el que suscribe se quitaría el sombrero, debe ser alcanzar un pacto educativo en primer lugar, la redacción de una nueva ley de educación consensuada y esperemos que por fin, la llegada del ansiado estatuto de la función pública docente y una ley de la profesión docente.

Otro de los puntos que seguro se tratará será la instauración del MIR Educativo, bandera del PSOE desde años en materia de Educación.

No podemos olvidar, y esto sí es de especial relevancia, que tanto para erradicar el abandono escolar temprano o alcanzar el éxito educativo, ya no bastará con gestionar una comunidad autónoma, ahora el reto es precisamente alcanzar la vertebración del sistema educativo entero, es decir, llegar a vertebrar todas las comunidades y rebajar al 15% el abandono escolar, ahora en el 18%.

A medio plazo tiene la creación de un Plan Nacional de la Mejora de la Convivencia Escolar por lo que ya puede empezar resucitar al Observatorio Nacional de la Convivencia que lleva muerto desde 2012.

Lo que sí que puede hacer de un plumazo más pronto que tarde es derogar los decretos de racionalización del gasto público. Esta medida le haría comenzar con buen pie su ministerio, atrayendo a su lado a buena parte de los docentes.

De cara a la ciudadanía, y aunque ya el PP lo mejoró bastante, también tiene a tiro mejorar las becas, cuyas condiciones, cuantía y ayudas se deben conocer a final de este curso escolar.

En fin, vamos a dejar la cortesía de los primeros cien días en cincuenta por si acaso, y después… que San Pedro la bendiga... porque la que le ha caído.