La foto fija de la noche electoral ya se ha puesto sepia, como las viejas copias que no conseguían fijar bien la imagen. Ahora, a la luz del día, las heridas no se pueden disimular. El presidente del Gobierno tiene las cejas abiertas. El aspirante, Mariano Rajoy , no solo le ha aguantado todos los asaltos, sino que le ha ganado a los puntos en más de 150.000 votos. El PP, que se iba a hundir en su propio radicalismo, ha demostrado que no está muerto. Los focos de su victoria en Madrid alumbran en toda España. Los hooligans de Rodríguez Zapatero ya le están quitando hierro a la derrota y se fijan en Rafael Simancas como la víctima que puede cerrar la crisis de Madrid. Un cierre en falso, claro, porque el padre de la tragedia ocurrida en la comunidad y en la capital de España es personalmente Zapatero. Que el PSOE está abducido por el presidente del Gobierno nunca ha sido más evidente. Los candidatos que han logrado sustraerse a la estrategia monclovita han salvado los muebles. Algunos, con mucha solvencia. Hay que reconocer la solidez de Marcelino Iglesias en Aragón, que pasa a ser, con Manuel Chaves , decano de unos barones socialistas en vías de extinción. Ahora viene el lío de Navarra. Nadie mejor que los socialistas navarros para saber lo que tienen por delante. Las consecuencias de que Navarra tenga un Gobierno de nacionalistas vascos prometen ser demoledoras. Y ya tenemos otra vez a Batasuna en las instituciones. Podemos simular que no ha pasado nada, y los aduladores, que filtran la información al presidente, nos estarán agradecidos por aliviarles el trabajo censor. Pero hay una dinámica en la que ya está el proyecto de Zapatero --en el supuesto caso de que alguna vez haya existido-- y es, sencillamente, el declive. Nadie querrá pagar los platos rotos, pero la vajilla está hecha añicos. O a lo mejor aparece un turco para prestar su cabeza. Como la política española está imbuida del sentido fatalista de que las cosas son irremediables, tengo para mí que debemos esperar a las generales para que la obstinación del presidente acabe por hacer bien la labor de deconstrucción que con tanto empeño está llevando a cabo.

*Periodista