La democracia también es esto, he escuchado estos días a supuestos demócratas de gesto condescendiente, de los que defienden la tolerancia como si fuera respeto. Pero no. La democracia no es también esto, sino solo esto, aceptar la opinión de los demás como si fuera tan válida como la tuya. Sin mesarse los cabellos o burlarse. Sin descalificar a quien no piensa como tú. Sin creerse por encima de nadie. Para eso se pregunta. Ahora mismo arden las redes sociales y las cloacas de internet contra los que han votado al Partido Popular.

Se mezclan los insultos al seleccionador español con los berridos contra Rajoy , y en algunas ocasiones, pocas, se busca explicación a los resultados. El Brexit ha provocado este desastre. Han sido las elecciones del miedo, de la brecha generacional, de la abstención de la izquierda, cualquier motivo es bueno. Podrán buscarse todas las causas, pero si se pregunta, no se puede exigir la misma respuesta que uno tiene en la cabeza. Y mucho menos echar por tierra el resultado. Otra cosa es lo que diga de nosotros ese resultado, o lo que queramos ver o imaginar, en contra de una realidad que siempre acaba por imponerse.

Por encima de todas las ficciones posibles, por encima de una campaña más televisiva que otra cosa, el domingo la mayoría de los españoles votó al Partido Popular. Y nos podrá gustar o no, y podremos aplaudirlo o no, pero lo que no se debe es machacar a todos los votantes que no piensan como uno quisiera que pensaran. Y mucho menos sentirse superior.

La democracia no es también esto de respetar a los demás, sino solo esto. Quien pregunta, barre, dicen las madres. Otra cosa es no preguntar, poner a dedo el turno de la escoba o encasquetárselo siempre al más pequeño, lo que no parece ni justo ni democrático. Y en eso de querer vivir en democracia es de lo poco en lo que estamos todos de acuerdo. Por ahora.