TEtso de controlar con radar a los fitipaldis cuando circulan por la ronda norte de Cáceres es una idea genial. Hasta ahora los veías gastando el asfalto en cortos y rápidos plazos: acelerón, 150 kilómetros hora durante 500 metros, frenazo, rotonda, acelerón, frenazo, semáforo en rojo, acelerón- así durante ocho kilómetros, ¡uf, qué trabajito! Pero se acabó la diversión, llegó doña Carmen y mandó parar; y con un espacio de frenada lo suficientemente largo como para que el que no pare no diga que no tuvo tiempo. Eso si que es talante. Siete días se les va a dar a estos nerviosos del volante para tranquilizarse. Se les mandará a sus casas un apercibimiento informativo con una infusión muy caliente de tilita de regalo, para que le echen paciencia soplando y la ejerciten; y luego salgan de nuevo curados de ese trastorno patológico que suelen padecer los fitipaldis , cuyo perfil de enfermo mental corresponde al individuo que se cree que conduce con más destreza que nadie --obviamente, se excluye de este perfil a los conductores de ambulancia--. Esperemos que este tratamiento a base de radarnorte sea efectivo.

Y ya puestos a idear fórmulas para combatir maniáticos comportamientos de fastidiosos ciudadanos, bien podría usted, doña Carmen, ampliar el campo de aplicación de terapias curativas e intentar librarnos de esos escandalosos y desagradables berridos de motores de biciclos que a todas horas, y a sus anchas, circulan por la ciudad. Bien pudiera colocar en algunas calles, de forma aleatoria, medidores de ruido camuflados con cámaras, para que esos conductores de motocicletas con ronquera se lo pensaran dos veces antes de disponerse a dejar sus estelas de escándalo por donde pasan. Eso sí, doña Carmen, dé usted también siete días de plazo para que los susodichos se mentalicen de que no tienen ningún derecho a ir por la vida fastidiando a los demás, que luego pueden decir que ha tomado usted una medida represiva.

*Pintor