TLto de Mariano Rajoy va convirtiéndose en un culebrón sin precedentes. Tiene una enorme capacidad de aguantar todo tipo de avatares, sorprendiendo siempre con su capacidad de mantenerse erguido y con recursos en la peor de las situaciones posibles. Es evidente que para la formación del Gobierno y las posibles alianzas con otras fuerzas políticas su presencia es más tóxica que benéfica. Es indudable que cambiarían mucho las cosas para el PP si Rajoy aceptara un paso atrás (o un paso al lado al estilo Artur Mas ) y permitiera que la figura del próximo presidente de Gobierno fuera una variable que entrara en el proceso de negociación.

Pero su enorme alegría en el balcón de la calle Génova la noche del 26-J era una expresión evidente de que Rajoy era consciente de que la jugada que había pergeñado tras los resultados del 20-D le había salido bien, y que su figura había sido reforzada. ¿Porqué el PP se la juega manteniendo a Rajoy como condición sine qua non para formar gobierno?.

Ante todo porque es la garantía de que el PP pueda mantenerse unido a pesar de la evidente sangría de votos, personas y posiciones de poder que se ha ido produciendo en los últimos años. Son innumerables los líderes perdidos en corruptelas que están incriminados o condenados. Pero Rajoy ha sido capaz de presentarse como el salvavidas, sin el cual estallaría una guerra inenarrable entre las facciones internas y los potenciales aspirantes a la sucesión.

Pero es que, además, Rajoy es también garantía de continuidad para los votantes que aspiran a que todo continúe igual. Si sigue Rajoy me quedaré como estoy. Es como una esperanza que se deposita en su figura, tras haber salido más o menos indemne de decenas de crisis que parecían hundir el imperio PP. Rajoy y PP son ya lo mismo. Sin Rajoy el PP va a explosionar. No tiene sustituto.