Bastó con que doña Cuaresma asomara su patita por entre la rendija de la desvencijada puerta conspiratoria, para que todos los cabritillos corrieran despavoridos a refugiarse al amparo de papá Rajoy , quien con inusual brío blandió su cayado hasta que hizo retornar la calma, y lo que antes fueron postulaciones encubiertas y amagos navajeros, se trocaron entonces en una balsa de recatada y servil sumisión, y la presidenta de Madrid con todo su cortejo mediático, volvió a encaramarse en lo alto del carro de la lealtad, enarbolando a los cuatro vientos la bandera de la fidelidad, con lo que el proceso sucesorio, por el momento, se dio por concluido.

Tras ella, y siguiendo un efecto mimético semejante al caer de las fichas de un dominó, fue abandonando Zaplana , y depuso su actitud Gallardón , y más tarde entregarán sus llaves otros, mientras el incombustible Rajoy, sereno y complaciente contempla ese espectáculo de luces y estruendos que son por estas fechas las Fallas valencianas.

A Rajoy los debates televisados posiblemente le sirvieron de poco a la hora de conseguir incrementar el número de votantes, pero le han ayudado a crearse ante la opinión pública una imagen más sólida, superando ese perfil de personaje abúlico con el que se le identificaba; por eso ahora sorprende que haya sacado fuerzas de flaqueza, y desee emprender la larga travesía que le separa de las próximas generales. Para ello es preciso que suelte lastre y rompa con la herencia y con las ataduras del pasado, y termine homologándose con los principales líderes conservadores europeos, siguiendo una línea más moderada, menos dogmática y más centrista, lejos de las radicalidades retóricas de ese discurso negacionista y crispado al que tanto se aficionó durante la última legislatura.

XRAJOY SEx ha lanzado a ese salto sin redes que significa el reto de la continuidad, y será el congreso de junio la prueba del algodón de su liderazgo, de momento ha puesto tierra de por medio, ha levantado un muro de contención entre él y los otros, en evitación de ese indeseado paisaje de traiciones soterradas. A partir de ahora, pocos serán capaces de asumir la temeridad de emprender el sendero de la alternativa, y el que lo intente deberá hacerlo a cara descubierta y sin careta; aunque resulta difícil pensar que entre tantos, todos vayan a resignarse voluntariamente a perder su influencia y a marcharse así sin más, sin hacer ruido, sin dar un portazo, sin asumir tan siquiera el riesgo suicida de sucumbir en el intento.

Rajoy, una vez reafirmado en su liderazgo, merece una segunda oportunidad, y digo segunda porque la primera venía ya envenenada por los errores ajenos y por un cúmulo de circunstancias adversas. Los actuales resultados admiten tantas lecturas e interpretaciones como queramos darles, pero solo una conclusión, y es que respecto a las anteriores elecciones ha aumentado en seis el número de escaños, y en 400.000 el de votos, por lo que de no haberse fijado previamente un objetivo tan maximalista actualmente estaríamos hablando de un éxito sin precedentes.

Rajoy puede que no tenga el perfil de líder indiscutible y carismático, pero hoy por hoy es la voz más representativa y sensata del Partido Popular, y una vez que tenga las manos libres pudiera ser el artífice de la regeneración política de su propio partido, el agente sobre el que pivote el nuevo proyecto de la transición interior, capaz de reorientar las políticas respecto a los temas fundamentales, y cambiar de actitud sobre la realidad catalana y vasca, para ello deberá lograr desasirse del hombre viejo que habita en él y adoptar las vestiduras y los modos del hombre nuevo, apelando a la moderación y al diálogo, estableciendo relaciones fluidas con las diferentes fuerzas del espectro parlamentario.

Ahora le toca encarnar de nuevo el papel de jefe de la oposición, y en esta nueva singladura, tiene la oportunidad y la responsabilidad de hacer lo imposible por recomponer los consensos, el primero de los cuales es el de abstenerse en la votación sobre la investidura de Zapatero , para permitir que sea elegido sin que este país tenga que pagarle un peaje de insolidaridad a los nacionalistas, y apoyar a José Bono para la presidencia del Congreso, porque es una persona que, por mantenerse fiel a sus ideas, se ha granjeado la antipatía de los nacionalistas. Son dos cuestiones que van a servir para medir con hechos la consistencia de las palabras, y que pueden sentar las bases para futuros acuerdos, esos que tanto demanda la ciudadanía y que tanto necesita España, sin que esto signifique que vayan a tener que realizar una oposición descafeinada, o a renunciar a un solo gramo de la rotundidad y de la contundencia que sean necesarias.

Son más de diez millones de votantes los que han depositado su confianza en estas siglas, y la vida política tiene una trayectoria continuista, ya que a la vuelta de la esquina aguardan las elecciones europeas del año próximo, que son las que servirán para medir el grado de aceptación que la sociedad concede al proyecto de renovación que está a punto de iniciarse.

*Profesor