Los rusos adoran a Rasputín y de Rasputín , su miembro (como ya les comenté en este Furgón hace unas semanas). Aparte de los rusos, los responsables de administrar las Islas Baleares, también adoran a Rasputín, y han ido a Moscú para rendirle homenaje en su templo de lujuria y desenfreno, un club de alterne muy tal.

Rasputín era muy listo pero los de las Baleares que han ido al club son muy gilipollas porque pensaban que todos los contribuyentes isleños eran gilipollas y metieron las facturas de alterne y pilinguis en las cuentas públicas de la Administración.

Siete eran siete los del club pero ha dimitido uno, el director general de Turismo (¿sexual?) y, creo, que su director espiritual también porque ha fracasado en su asesoramiento permanente. "Y yo que creía que estaba ante un hombre de principios, valores y del PP..." Siete eran siete y sólo ha dimitido uno. Los de la oposición están que trinan y quieren saberlo todo, sobre todo quiénes eran los siete del club. Los de la oposición pueden tenerlo claro como se les ocurra montar una comisión de investigación porque Matas puede echar mano de Zaplana o Acebes y acabar diciendo que por la mañana el club era una biblioteca de temas rasputinienses y que las pilinguis eran monjas ortodoxas nada heterodoxas. Y que a él no le consta que el hilo de la investigación llevara tan pronto a una casa de putas en Moscú (¡con el frío que hace!) cuando todo indicaba que el final de la trama apuntaba a una conjura neomarxista.

En Tómbola anuncian que pronto hablarán las arasputinianas empleadas del club y que más de uno se va a llevar una sorpresa. Y Urdaci desaparecido en combate o en Ibiza (ahí lo tienen más cerca).

*Dramaturgo y director del

Consorcio López de Ayala