TEtn Estados Unidos se extendió una visión del mundo que pretendía reducir el Estado a su mínima expresión y dejar al mercado como regulador de todo. Además, había que reducir los impuestos para mantener poco más que ejércitos y policías. Al grito de sálvese quien pueda, cada uno paga su seguro médico y su pensión porque cualquier gasto público en servicios sociales o atención a los pobres es poco menos que tirar al dinero para entregárselo a los vagos. Hoy aún podemos escuchar a sus radiopredicadores en las tertulias defender la privatización de todo lo estatal. Pero ocurre que a veces las desgracias dejan en evidencia los fallos del sistema: una ciudad norteamericana ha estado durante días con miles de personas en condiciones peores que los mozambiqueños anegados hace cinco años. El estado de Luisiana carecía de una estructura pública capaz no ya de solucionar una catástrofe sino simplemente de organizar el caos y de repartir agua potable a los niños. Habrá quien crea que es un problema de eficiencia pero es algo más: Cuando no existe una red que encauce las soluciones todos los esfuerzos se hacen inútiles. La próxima vez que nos hablen de reducir gastos sociales tendremos que enseñar fotos del Superdome de Nueva Orleans con aspecto de desolado paisaje africano.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos