Hace unos días pude leer en un medio informativo los comentarios de un lector que expresaba su opinión negativa en relación a la excelente noticia para todo el sector de la discapacidad que EL PERIODICO EXTREMADURA ha publicado sobre el nuevo decreto que regula el acceso de las personas con discapacidad al empleo público de la Administración de la Comunidad Autónoma de Extremadura.

En respuesta a este lector que cuestiona esta medida de discriminación positiva, quiero aportar mi opinión relatando una experiencia que a buen seguro ilustrará a aquellos que desde el desconocimiento y divulgando comentarios carentes de argumentos hacen daño a personas que sufren una discapacidad.

Antes quiero adelantar que puedo llegar a entender que cuando alguien no vive, no comparte, no siente con el corazón de una persona que tiene dificultades de inserción, es imposible hablarles de mejoras en el empleo público. Y de ello, puedo hablar largo y tendido- pero sólo me limitaré a relatar una experiencia que puede explicar mi forma de pensar con absoluta claridad y espero que así le pase a más de uno que hoy lea esto.

Fui testigo hace unos días de la angustia y el sufrimiento de una compañera de trabajo afectada de una discapacidad física, con treinta y seis años, casada y con un hija de seis años, que sufrió un accidente de tráfico hace cuatro años ocasionado por un vehículo que invadió su carril y produjo una grave colisión que incluso incendió su vehículo ocasionándole quemaduras en el 35% de su cuerpo, además de limitar su movilidad. Tras su recuperación comenzó a trabajar en nuestra oficina.

XY ESx que hace pocos días, cuando le finalizaba su actual contrato, y se le ofrecía la posibilidad de continuar trabajando, y todos suponíamos que iba a alegrarse y nosotros con ella por su valía y capacidad profesional, ante nuestra sorpresa nos dijo que no podía continuar.

Entre llantos y con voz temblorosa nos relató las secuelas no visibles que el accidente le había ocasionado; miedos e inseguridades a la hora de conducir para desplazarse con su vehículo desde su localidad hasta Zafra. Tan graves, que algunos días había quedado paralizada a mitad del trayecto al rememorar el trágico suceso que vivió y que ha marcado definitivamente su vida y con ello la de su familia.

Cuando se es testigo de algo así, cuando tratas de ponerte en el lugar del otro y cuando sientes las lágrimas de alguien como tuyas, y compruebas que no siempre se puede ver realmente la discapacidad, es entonces cuando comprendes el porqué se tienen que poner en marcha medidas de discriminación positiva que permitan que políticas activas de empleo favorezcan la plena integración de nuestro sector, logrando paliar en parte todas las trabas, todas las barreras, todos los inconvenientes a los que diariamente se enfrentan las personas con discapacidad, y que muchas veces pasan inadvertidas incluso para las personas que conviven con ellas.

También quiero añadir que con este decreto nos hemos convertido en todo un ejemplo a seguir para muchas otras comunidades autónomas, lo que sin duda nos hace sentirnos orgullosos de ser extremeños, a pesar de que otros no se sientan así y que cada vez que nuestra comunidad avanza, lo que hacen es criticar, para que no se note el avance, ¡qué bobos podemos llegar a ser!, porque sin darnos cuenta tiramos piedras a nuestro propio tejado , pero por desgracia así es.

Más de un extremeño, en vez de alegrarse del bien del que está al lado, no sólo no lo hace, sino que además, lo critica. Lo que olvidan quienes así actúan es que nadie tiene el futuro asegurado y ¿quién sabe lo que nos puede llegar a pasar dentro de sólo un minuto? Por que lo cierto es que para ser una persona con discapacidad, solo basta un minuto, o quizás menos-

Y para los que hacen daño con sus comentarios negativos, solo pido que reflexionen sobre las siguientes cuestiones: ¿Por qué no se pueden alegrar de las buenas medidas que se apliquen en nuestra región para las personas con discapacidad?, ¿por qué no proponemos en lugar de criticar?, ¿podríamos en algún momento sentirnos y ponernos en el lugar de alguien que tenga una discapacidad por muy insignificante que sea?, ¿nos cambiaríamos por alguien que tiene una discapacidad?, ¿podemos llegar a ser tan crueles de juzgar y criticar, sin conocer?

Aquí quedan estas preguntas a modo de reflexión y aunque nos dé coraje, podríamos cambiar y entender a personas que sufren y que se merecen toda clase de respeto y de ayuda por nuestra parte, siempre claro está, que queramos hacer de este mundo un lugar mejor.

*Trabajadora Social de AIMCOZy voluntaria de COCEMFE Badajoz