TSton millones las personas que cada día toman la decisión de dejar sus casas y abandonar su país: Algunas temen por sus vidas y otras lo hacen con la expectativa de encontrar mejores condiciones de vida o para reencontrarse con su familia. La historia está llena de individuos y sociedades que se han movido en búsqueda de una vida más digna, tal y como hicieron muchos españoles no hace tanto tiempo.

Sin embargo, la realidad cotidiana de muchas personas emigrantes es desoladora: Muchas veces sufren discriminación y abusos en su viaje, en las fronteras o en la sociedad a las que emigran.

La actual normativa de Extranjería no garantiza la protección de todos aquellos que migran ante posibles violaciones y abusos contra sus derechos humanos. Los derechos inalienables de las grandes leyes y declaraciones naufragan en la letra pequeña de unos reglamentos capaces de anteponer el formalismo administrativo a la esencia de la dignidad humana.

Una ratificación de la convención de los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias no lo resolverá todo, pero será un paso hacia un mundo menos injusto.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos