Como mandan los cánones de la promoción comercial, el período de descuentos que ha tenido en Extremadura dos jornadas de inicio (oficialmente y para buena parte del pequeño comercio, el día 2; para grandes firmas, el día 7), va a ser el de las rebajas del siglo... como se dice cada año. El cálculo es sencillo: como los consumidores se han contenido cuanto han podido por mor de la crisis largamente anunciada para este 2009, los comerciantes necesitan deshacerse de los sobrantes almacenados para recuperar sus maltrechas cajas registradoras. Ayuda que por primera vez en muchos años, hasta las autoridades políticas hacen un llamamiento a que se consuma más para paliar los efectos de la recesión. Esa era una de las intenciones que subyacía en la decisión de la Junta de adelantar el periodo de rebajas.

Como también es tradición, los portavoces de los comerciantes aseguran que este año quizá vendan lo mismo que en el 2008 --cuando la palabra crisis, por la inminencia de las elecciones generales en marzo, estaba mal vista--, pero que ingresarán menos porque tendrán que reducir los precios a cotas inusitadas, plasmadas en la cifra mágica de reducciones superiores al 50%. De momento, todo suposiciones, que deberán confirmarse en las próximas semanas.

No es de ahora la advertencia de que la legislación que regula las rebajas es obsoleta. No solo por haber surgido nuevas formas de distribución, que sobre todo en el textil --el símbolo de las rebajas--, abarcan desde la proliferación de tiendas que venden permanentemente a precio reducido colecciones de temporadas pasadas, hasta las ofertas diarias por internet de prendas de marcas conocidas a precios de remate con entrega a domicilio.

Lo realmente novedoso este año, además de la ya mencionada polémica por el adelanto del periodo de descuentos, es que han sido los mismos comerciantes quienes han recurrido a todo tipo de trucos para ofrecer descuentos a sus clientes con muchas semanas de antelación. Crisis obliga: ofertas, oportunidades, promociones especiales y un sinfín de términos, salvo el de rebajas, cuyo significado está legislado, han estado desde hace semanas en todos los escaparates, con la permisividad de la inspección de comercio, porque dominaba el principio de no presionar a quienes temían por la caída de ventas. Esa actitud también ha servido para poner en duda la vigencia de una ley que se creó, justificadamente, para proteger el tejido del pequeño comercio frente a los intereses de la gran distribución, dada la asimetría del poder de negociación en los precios de sus proveedores y la fijación posterior de márgenes. Ese equilibro se ha roto este año. Para las ediciones venideras habrá también que analizar la experiencia de lo que ha ocurrido en Extremadura. Y sacar conclusiones con la participación de todos: asociaciones de comerciantes y de consumidores.