La campaña comercial de Navidad ha sido floja y la caída de las ventas respecto al 2011 ha sido importante. No podía ser de otra manera tras la nueva subida del IVA, la supresión de la paga extra de los funcionarios (aunque los de la Junta la han percibido a finales de semana) y un paro que no deja de subir, aunque paradójicamente el mes pasado fue el diciembre en que más empleo se ha creado en la serie histórica; y en especial en servicios y comercio. En cualquier caso, y por encima de la coyuntura los ciudadanos se han instalado en una temerosa contención del gasto incluso en los casos en que no ha habido pérdida de poder adquisitivo. En estas circunstancias, no es de extrañar que el comercio haya puesto tantas esperanzas en las rebajas que empiezan hoy, sobre todo teniendo en cuenta que las de invierno concentran una parte sustancial de las ventas anuales. En esta ocasión, además, coincide que el frío llegó tarde, lo que animó a muchos consumidores a posponer la compra de ropa de abrigo. El estoc de los establecimientos es mayor que otros años. Si iguala la facturación del año pasado será un éxito. La nueva legislación comercial española, que amplía el número de festivos en que se pueden abrir las tiendas y liberaliza los periodos de rebajas, acaba de complicar el panorama. Son medidas que fomentan la competencia y que tienden a reducir los márgenes de las empresas, en teoría, a favor de sus clientes. Un escenario mucho más competitivo que tiende a expulsar a los pequeños comercios, incapaces de seguir el ritmo.