Ciudadanos es un espectáculo soberbio de cómo se pueden tirar a la basura caudales políticos populares de simpatía, apoyo y voto en un tiempo récord, pasando de éxitos como la victoria en Cataluña, o rozar un gobierno de salvación con Sánchez pero no querido por Iglesias, a casi la más absoluta de las miserias, con 10 diputados en el Congreso.

Presos, encadenados, por pactos con la derecha temblorosa y temerosa representada por un inseguro y errático Casado a la sombra del populismo cuasifranquista de Vox, pululan por los escenarios políticos españoles, nacional y autonómico, llenos de contradicciones, de oportunidades perdidas para ser gozne de mayorías sensatas y responsables en momentos que el país tanto las necesita; y ahora con noches de cuchillos largos.

El ‘show’ creado a escala nacional, tras tentaciones derechistas, radicales, hasta de teatro malo, debidamente castigado por la opinión pública y el electorado, se nos traslada ahora a Extremadura, con una rebelión en la granja naranja protagonizada por tres de los siete diputados autonómicos más un cuarto ‘in pectore’, a la que no puede ser ajeno el propio líder regional hasta hace poco, Cayetano Polo, que sabedor de los vientos adversos que venían de Madrid, donde estaba decidida su sustitución, tomó la salida de renunciar al escaño y anunciar que abandonaría la política.

Bueno, esto de abandonar la política, si no se cumpliera, no sería la primera, ni la segunda vez, que uno lo escucha y luego no se cumple. Claro, siempre se puede decir luego, y no me estoy refiriendo a él, lo de ‘es que me ofrecieron esto, es que no te puedes negar, es que cuando te llama fulanito…’.

La patata ardiente que se le plantea a la presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, y a toda la Mesa del Parlamento en general, no es cualquier cosa.

Un partido que desde Madrid designa -esa es otra- un líder, pero dirección nacional que podría no controlar un grupo parlamentario con cuatro rebeldes frente a tres fieles a las directrices del poder central. Y los grupos son soberanos dentro de la independencia del poder legislativo, es decir, los cuatro rebeldes están capacitados para tomar por mayoría las decisiones, otra cosa es que escojan el camino normativo y reglamentario correcto.

La situación habría sido diferente años atrás. Los diputados descontentos, en apariencia al menos, con la designación de David Salazar y la defenestración por lo que sea de Cayetano Polo, podrían haber dejado de pertenecer a Ciudadanos y pasarse al grupo mixto del Parlamento regional, con similares derechos o prebendas, como gusten llamarlo, que tenían hasta ese momento, poniendo en un apuro muy serio al partido, que de un golpe se habría quedado con menos de la mitad de la representación que tenía.

Eso ya no es posible. PSOE y PP modificaron el reglamento para evitarlo, y quienes abandonen los grupos políticos por los que fueron elegidos tienen derecho a retener el acta de diputados pero sus ingresos económicos, y oportunidades de participación política, estarían limitados, como ya probó en sus carnes el ex diputado del PP y frustrado candidato posterior por Vox Juan Antonio Morales Álvarez.

Quien se pasa al grupo mixto en esas condiciones no tiene derecho a sueldo de ‘liberado’ o dedicación completa, se tiene que conformar con pluses por asistencia a plenos o comisiones, y sus turnos de palabra se ven recortados.

Así que, en el más bien tedioso campo de juego de la política extremeña, empieza ahora un partido que promete traernos emociones. Una formación que es la tercera en representación, tras PSOE y PP, con una guerra interna recién declarada, que va a poner a prueba los informes jurídicos de letrados, y la capacidad de resistencia de los contendientes, entre los cuales algunos que de momento han hecho de esto su profesión.

* Periodista