Unos dirigentes adelgazan el Estado con políticas de recortes en los servicios públicos, a la vez que premian fiscalmente a quienes reciben dicho servicio en lo privado. Otros apuestan por reducir el número de representantes políticos en las instituciones bajo los argumentos "lo dice la gente y los técnicos y funcionarios son suficientes para que dichas instituciones funcionen". (Curiosamente, Esperanza Aguirre no valora el tiempo de trabajo del profesorado público como tampoco lo hace Miguel Celdrán con el de los diputados).

Sin duda, tanto las iniciativas políticas realizadas de recorte en los servicios públicos como las propuestas de reducir el número de representantes políticos, están en la misma dirección y objetivo: pasar del Estado social al liberal. (Curiosamente, Esperanza Aguirre, Dolores Cospedal, José Ramón Bauzá han reducido sustancialmente el número de representantes de los sindicatos).

En tiempos de profundas crisis hay caldo de cultivo para que estas recetas sean acogidas favorablemente por bastante gente, otra cosa es que sean leídas como pan para hoy y hambre para mañana . (Curiosamente, el sábado y en Málaga, José Antonio Monago califica de "solar" a la Extremadura heredada y Mariano Rajoy se compromete a trabajar por la concordia entre los españoles, mientras decenas de militantes coreaban ¡a por ellos, oé; a por ellos, oé!).

Los años vividos sin Estado del bienestar y sin políticos (cuando la política era cosa de los caciques y de Madrid) han sido tantos que la memoria histórica (otra vez la buena) impedirá larga vida a esas propuestas, tanto a las serias como a las ocurrentes.

Víctor Rodríguez Corbacho **

Mérida