XLxa historia del botellón y los jóvenes españoles no puede ser más funesta. En los últimos días he leído un montón de artículos y visto muchas caricaturas haciendo hincapié en la distancia ideológica que separa a los estudiantes amotinados en Francia y nuestra alegre juventud . Aquéllos luchaban, concienciados, por su futuro laboral, éstos le pegan a la cerveza y sólo reivindican poder emborracharse en la calle. La comparación no admite matices y nos lleva directamente a la depresión. Es bien cierto que los defectos de esta juventud no florecen por las buenas como una mala hierba primaveral, sino que son un reflejo de lo que los adultos, todo el cuerpo social, han plantado en sus macetas sin pensar demasiado en lo que iba a crecer. Somos una sociedad bastante autosatisfecha en su incultura, sin sensibilidad hacia los problemas de los más débiles, consumista y tirando a hortera. Pero tampoco podemos pasarnos la vida disculpando a estos muchachotes nihilistas y etílicos como si fueran un precio inevitable que hay que pagar. No, digámoslo bien claro: la juventud pasota, desafiante y aprovechada es un horror. Su actitud de: Sácale el jugo a tus viejos y vive el presente sin pensar produce escalofríos en su impudor. Siempre he creído que si estos chicos leyeran más libros, las cosas irían bastante mejor. Mucha gente, padres y profesores, comparten conmigo esta impresión, y todos hemos oído lamentos sobre hasta qué punto resulta difícil que hijos y alumnos se aficionen a la lectura. Suele decirse que no hay recetas para lograrlo, pero yo creo que eso no es enteramente cierto. Les voy a pasar unas cuantas que a mí me funcionaron sorprendentemente bien.

Recetas para padres:

1.-- Lean libros en casa, y que queden a la vista, en la mesa, el sofá...

2.-- No hagan ningún tipo de censura moral o cultural a los libros que lean sus hijos.

3.-- Procuren leer alguna vez el mismo libro que su hijo y después coméntenlo casualmente.

4.-- Regálenle libros y procuren que no sean de la literatura llamada juvenil escrita exprofeso contemporáneamente. Un joven aspira a ser adulto y no está hecho de otra pasta.

Recetas para profesores:

1.-- A principio de curso lleven al grupo de alumnos a una librería. Hay mucha gente que nunca ha entrado en una. Deben conocer cuál es la sistemática: das vueltas, coges los libros en la mano, los observas, lees la sinopsis...

2.-- Sigan el programa oficial de estudios sólo lo imprescindible. Introduzcan autores universales: Stendhal, Dostoievsky (recomiendo leerles en clase la escena del asesinato de la prestamista). Luego denles Crimen y castigo entero para que lo lean en casa. Piensen que Verdaguer o Calderón pueden parecerles un palo , y de hecho, lo son. Abranse también a autores contemporáneos (Norman Mailer les gusta mucho).

3.-- Conozcan mínimamente la psicología de sus alumnos cuando les den libros para leer en casa. No todo el grupo tiene por qué leer lo mismo. Sin embargo, hay unas consideraciones que nunca fallan:

A) Prefieran la literatura realista a la fantástica. La novela a la poesía.

B) Introdúzcanlos temáticamente en entornos sociales distintos a los que ellos conocen. Para chicos acomodados recomiende Las cenizas de Angela sobre la extrema pobreza en Irlanda. Para chicos menos afortunados económicamente recomiende Un mundo para Julius , de Bryce Echenique . Para ambos: que lean Germinal , de Emile Zola . Fliparán viendo cómo vivía la clase obrera en tiempos no tan lejanos. Y con razón.

C) Es conveniente, y ya sé que polémico, introducir libros donde haya escenas de contenido sexual. Se trata de un tema que nos interesa a todos, ¿creen que a los jóvenes no? Recomendar La romana de Moravia es interesante porque mezcla sexo, ideas y contexto social.

4.-- Programe clases de lectura: los alumnos van leyendo por turno en voz alta. Usted los interrumpe y pregunta: ¿qué quiere decir eso?, ¿por qué este personaje contesta así?, etcétera. Les enseña a reflexionar sobre la marcha. Trabajo de campo.

5.-- Nunca minusvalore la capacidad de comprender situaciones o problemas adultos vertidos en textos que tienen los chicos. Nunca. Lo entienden todo en profundidad.

6.-- Cuando hayan acabado de leer un libro, pida y acepte la opinión del alumno, por muy disparatada que le parezca (la literatura no es una ciencia exacta) y hágale ver que ha entrado en el selectísimo club de los lectores, gente a todas luces superior.

7.-- Echele paciencia, pero sobre todo demuestre pasión por los libros, muchísima pasión. La pasión es contagiosa. Todas estas recetas no pretenden ser canónicas ni literariamente correctas; de hecho son incompletas y a veces tramposas, pero funcionan, les aseguro que funcionan. Y nos encontramos frente a una emergencia, ¿o no?

*Escritora