La secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, se entrevistó días atrás en Mérida con la consejera de Igualdad y Empleo, Pilar Lucio. Tras ese encuentro, Rojo pidió a las personas que en la región se encuentren sin trabajo (más de 71.000) que se esfuercen por lograr más formación y que se apliquen en encontrar fórmulas imaginativas para volver a ser laboralmente activos. No hay que poner en duda de que esos mensajes son bienintencionados: pretenden ser un estímulo para que los desempleados no caigan en el desaliento, a la vez que un recordatorio de que el que se encuentra parado tiene también que moverse para dejar de estarlo.

Sin embargo, bien haría el Ministerio de Trabajo, la Consejería de Igualdad y Empleo e instituciones como el Sexpe en hacer el mismo esfuerzo que reclaman a los parados. Una de las críticas más recurrentes que se hacen a los servicios públicos que gestionan las listas del paro y la reinserción laboral es que su oferta formativa no está en consonancia con las necesidades del mercado de trabajo. Tal como está en estos momentos dicho mercado --y las pesimistas perspectivas que tiene-- no estaría de más que al tiempo que se insta a los parados a que se muevan e imaginen empresas presenten sus propuestas para ayudarles. Rojo recordó que el Gobierno ampliará en breve al 60% (ahora está en el 40%) la capitalización de la prestación por desempleo para fomentar el autoempleo. Es una buena idea, pero ¿es suficiente? ¿No quedarán en el camino ideas por falta de financiación? ¿Por qué no se aumenta el porcentaje al 80% o al 100%, como ha estado en otras épocas, sin situaciones de crisis tan acuciantes como la actual? Sería una demostración de que el Gobierno acompaña a los parados en el esfuerzo por regresar al mundo laboral activo.