Durante los últimos años, quizás a raíz de la crisis a la que se ha visto sometida la población extremeña, se ha comenzado a hablar con más ahínco sobre cómo afectará el futuro recorte de subvenciones y ayudas europeas. Sin ir más lejos, Josep Antoni Duran , portavoz de CIU en el Congreso, ha lanzado críticas hacia Extremadura y Andalucía por creerlas "excesivamente subvencionadas". Tal vez no sea el momento de comparar ayudas entre regiones o acordarnos de la Seat de Barcelona. Aún así hay que tomar en consideración algunas cuestiones tratadas por el líder catalán. Las ayudas financieras que han estado entrando en la economía extremeña han supuesto un impulso fundamental para el desarrollo de nuestra región, la mejora de la calidad de vida de los últimos veinte años, son fiel reflejo de ello. Aún así, como siempre hay un pero. ¿Han sido bien utilizadas?

Uno de los objetivos fundamentales recogido en la declaración de principios que acompañaba a estas ayudas, era el aumento de la productividad. La formación de una economía extremeña cada vez menos dependiente de las ayudas, esto propiciaría a su vez un aumento del PIB que debería acercarse al 85% de la media europea. Hoy en día, tras 30 años de ayudas, nos encontramos en una situación mejor, sin embargo nuestro 69% en la renta media europea, todavía nos hace pensar que algo no se ha hecho bien.

XANTE ESTOS DATOSx y el fantasma de la desaparición de las ayudas, Extremadura debe afrontar su reconversión económica. Es cierto que desde la Junta se fomentan las partidas presupuestarias en formación tecnológica, talleres de empleo y escuelas de formación pero no es suficiente. Los municipios deberían comenzar a plantear la explotación pública de los recursos naturales, para ilustrar un poco más esta cuestión, sólo debemos pensar en trabajos públicos temporales, como por ejemplo el de operario de ayuntamiento. ¿Se mantendrán estos puestos cuando poco a poco vayan finalizando las ayudas? ¿Cómo repercutirán en las economías rurales estos nuevos parados, en gran parte mujeres? Generar riqueza de manera autónoma es una salida natural a nuestra propia crisis futura.

Intentaré organizar el discurso por partes. En primer lugar; ¿Cuáles son los tipos de explotación necesarios? Sin duda, en este mundo en permanente crisis ecológica, se deberían articular estas explotaciones sobre la idea de desarrollo sostenible. La silvicultura puede ser un ejemplo. Los nogales modificados genéticamente, destinados a la producción rápida de madera de calidad puede ser un ejemplo de explotación respetuosa con el medio ambiente. El cuidado y la producción necesitan trabajadores y los beneficios repercutirían tanto en los trabajadores, en concepto de salario justo como en riqueza pública en manos de los ayuntamientos. Otro ejemplo, puede ser el de los cultivos ecológicos. La horticultura y la producción de cultivos selectos , son buenas medidas de desarrollo rural, generando productos atractivos para el consumidor, fuera del circuito de producción masivo. Para dotar de estructuras de comercio a estas mercancías, sólo habría que aprovechar las estructuras cooperativas que pueblan nuestra región. Este tipo de cooperativas ya se ven en Andalucía, incluso con venta directa a mayoristas, sin necesidad de intermediarios.

A continuación hay que hablar sobre qué modelo de explotación debe seguir Extremadura. Sin duda el paradigma debe basarse en el ecodesarrollo como mencionaba anteriormente. Este modelo, no reporta simplemente mejoras medioambientales y respeto por la naturaleza, sino que dota a las manufacturas de una calidad que se plasma en los beneficios. Nuestra producción tiene que basarse en la calidad. Si no podemos competir en cantidad con las patatas de China, tendremos que aprovechar nuestra posición tecnológica para competir en calidad.

Por último, para acabar esta pequeña reflexión, la pregunta es; ¿Quién debe llevar el peso de esta reconversión? Desde mi punto de vista las corporaciones municipales tendrán mucho que ver, pero no podrán conseguir nada si la población no toma medidas y exige estas reformas como algo fundamental y por otro lado natural. Está en sus manos conseguir que los alcaldes, que los poderes autonómicos comiencen a implementar estas políticas de empleo y producción. Y por supuesto generando bienes de consumo de manera íntegra en Extremadura. No podemos permitir que nuestros productos se cultiven y se trabajen aquí, para ser envasados y vendidos en otras zonas de España, perdiendo de esta manera los beneficios añadidos que emanan del transporte, el envase, el etiquetado o la venta.

Esta puesta a punto de la economía extremeña se antoja cada día, más como una necesidad que como una opción si no queremos enfrentarnos de nuevo al éxodo.