La mejora de las expectativas del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía española respecto de las formuladas en primavera no alcanza para avalar el optimismo del Gobierno de Mariano Rajoy . En su comparecencia del pasado martes en el Senado, el presidente del Gobierno enumeró, como elementos necesarios para elevar los niveles de bienestar, el crecimiento, la actividad económica, la creación de empleo e ingresos fiscales para mejorar los servicios públicos. Propósitos que, de entrada, ya chocan con los Presupuestos Generales del Estado (PGE), restrictivos y hechos a espaldas precisamente del crecimiento y la creación de empleo. Los datos del FMI vienen a certificar que a la cacareada reactivación no se la espera de momento en términos de economía real o productiva.

Salvo la leve palmada en la espalda por el déficit fiscal para este año (6,7% frente al 6,5% exigido por Bruselas) y la liviana subida del PIB para el 2014 --un 0,2%, cinco décimas inferior a la del Gobierno--, el organismo internacional da por perdido el 2014 por lo respecta al empleo y advierte de que apenas se creará trabajo hasta el 2018. Un crecimiento moderado no bastará para recuperar el terreno perdido en el ámbito laboral. Una visión más negativa que la mostrada por el Gobierno y que da una radiografía de un país con escaso tirón económico. "La mejoría de la competitividad y de las exportaciones no es suficientemente vigorosa para compensar la depresión de la demanda interna", concluye el Fondo. Así que el discurso sobre la salida de la recesión se mueve en el alambre.

Los Presupuestos señalan a las claras que el Ejecutivo sigue sin apostar por políticas de crecimiento y sin contar con el Estado para incentivar el crecimiento. Y para crecer, además, es necesario acelerar el desendeudamiento del sector privado. Ahí las previsiones del FMI son alarmantes: el 40% de la deuda corporativa está en manos de empresas que serán incapaces de devolverla "a medio plazo" a menos que tomen medidas urgentes. Significa en el horizonte el cierre de empresas --las más afectadas y las más numerosas en España, las pymes-- y más presión sobre la banca con respecto a sus provisiones y a la calidad de los activos en sus balances. Y la deuda pública, del 93% del PIB, seguirá al alza hasta el 2017, cuando alcanzará el 105,5. La recuperación española es, pues, más lenta de lo que pinta Rajoy.