WEw l Pleno del Ayuntamiento de La Zarza ha aprobado pedir al Gobierno que le dé permiso para que los vecinos de la localidad se pronuncien, en referendo, sobre el proyecto de central de ciclo combinado que se prevé instalar en su término municipal. El referendo, en caso de que se permita, sería solo consultivo, no vinculante --es decir, serviría para conocer la opinión vecinal, no para que el resultado decidiera el futuro del proyecto, puesto que el municipio no tiene competencias sobre el mismo-- y, por tanto, su valor sería sobre todo simbólico.

Que el pueblo dé su opinión es la base de la democracia; por tanto, el acuerdo de los dos partidos con representación en el ayuntamiento (el PP, en el gobierno, y el PSOE en la oposición) es impecable desde el punto de vista democrático. El referendo, además, es una fórmula de consulta que incomprensiblemente es poco utilizada en nuestro país, en comparación a otros con larga tradición democrática y en los que se pregunta por casi todas las cuestiones polémicas y socialmente relevantes. Pero la consulta que se pretende en La Zarza, precisamente porque no decidiría nada, no deja de ser un ejercicio como de toreo de salón, que se podría volver en contra de sus promotores. Tendría a su favor el que daría ocasión a la gente a informarse más y mejor del proyecto que se pretende en la zona de El Risquillo, porque a la vista de la información recogida entre los vecinos existe mucha confusión, pero sembraría mucho desencanto si, en el caso de que el resultado fuera de rechazo al proyecto, este continuara. ¿Para qué entonces la consulta? Demasiados riesgos para un experimento.