TDte nuevo es preciso hablar de la refinería. La importancia de este proyecto requiere, puesto que se trata de una iniciativa histórica en la región en cuanto a inversión y puestos de trabajo, que la discusión sea continua y cuanto más rica mejor. Y a fe que en los últimos días la discusión en torno a esta planta está copando buena parte de la actualidad informativa. Ha bastado que parte de la sociedad de la comarca de Barros en la que se prevé construir empiece a mostrar reparos sobre la idoneidad de esa ubicación para que aumenten los pronunciamientos y las opiniones desde diversos sectores. Hoy mismo la Plataforma Ciudadana ´Refinería No´ tiene convocada una concentración en Villafranca de los Barros para que los ciudadanos expresen su oposición a la industria.

Era previsible. Nadie que esté en el mundo --es decir nadie que sea consciente de que en una sociedad moderna los intereses contrapuestos ante un proyecto se expresan en los medios de comunicación y se constituyen grupos que representan y defienden esos intereses-- podía pensar que una refinería no iba a generar controversia, siendo como es una industria contaminante a pesar de que las leyes actuales, que eran impensables hace sólo diez años, le obliguen a tomar medidas para que la contaminación sea muy inferior a la de las refinerías ahora en funcionamiento.

Por eso creo que lo importante en esta coyuntura no es tratar de evitar la discusión, lo cual es inútil por imposible y por contraproducente (sería una torpeza que se crearan tensiones innecesarias); lo importante es encauzarla y respetarla, porque tal como está la situación no se trata de una discusión ideológica, del tipo grupos ecologistas que se oponen por principios a cualquier gran industria, contra grupos empresariales y políticos que, aun admitiendo que es contaminante, creen que la refinería traerá más beneficios que perjuicios . No se trata de eso. Estamos ante una discusión en la que buena parte de los que participan en ella se mueven porque están convencidos de que la refinería afecta a su futuro: porque creen que lo amenaza o porque creen que ayudará a que sea más amable. Y, ya se sabe, con el futuro no se juega. Los colectivos y organizaciones que se han pronunciado hasta ahora lo hacen creyendo que con ello defienden su medio de vida: los empresarios de Almendralejo estiman que la refinería traerá la prosperidad general a la ciudad y a la comarca, mientras que los integrantes de la Denominación de Origen ´Ribera del Guadiana´, de la Comunidad de Labradores y Ganaderos de Tierra de Barros, de COAG o de UPA-UCE no quieren la refinería porque al oponerse entienden que están defendiendo sus vinos, sus pastos, sus ganados, sus cultivos. No el medio ambiente en general; no el protocolo de Kioto, sino el pan que se llevan a la boca. Por eso es necesario encarar este asunto con prudencia y con la información más detallada posible. Prudencia que ha pedido UGT, no dando por buena ninguna hipótesis sobre la incidencia de la refinería en su entorno agrícola y ganadero hasta tanto no conocer informes de científicos independientes; prudencia del propio Grupo Gallardo al comprometerse a que la refinería podrá cambiar de emplazamiento si esos informes concluyen que va a dañar los cultivos; y prudencia la del alcalde de Villafranca, Ramón Ropero , que también ha pedido un estudio de la Uex. Lamento decir que el consejero Manuel Amigo no se ha pronunciado tan acertadamente. El responsable de Industria de la Junta ha pedido que no se den opiniones a la ligera, lo cual es lógico, y le ha criticado a la Denominación de Origen ´Ribera del Guadiana´ que se posicione en contra de la refinería sin haber recabado información. Pero acto seguido, el consejero ha pedido que los afectados hagan un acto de fe y se tranquilicen con el simple argumento de que nadie puede creerse que la Junta apruebe el emplazamiento de la refinería si imaginara que podría ir contra los intereses de los viticultores. Efecticamente, nadie puede creerse que la Junta pretenda causar daño a un sector en el que ha invertido esfuerzos y ayudas. Pero por esa misma razón, el consejero tiene que convencer con datos, con informes de expertos y no mediante impulsos a los que mueve la fe. Es más, si la Junta está segura de que la refinería no va a dañar a la agricultura, lo cual el Grupo Gallardo, principal inversor en la industria, contempla como hipótesis, es inexplicable por qué no difunde los datos en que basa su seguridad.