El Ministerio de Medio Ambiente ha vuelto a interrumpir el plazo para pronunciarse sobre la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de la Refinería Balboa. En esta ocasión, el ministerio ha solicitado información complementaria sobre las instalaciones de la planta en el puerto de Huelva, así como sobre cuestiones relacionadas con el funcionamiento de la refinería y de sus instalaciones anexas, según la información, imprecisa y ambigua, que ha facilitado Medio Ambiente.

La interrupción del plazo para pronunciarse sobre el DIA es la segunda en menos de un año (en febrero pidió datos sobre dispersión de contaminantes atmosféricos) y nada impide pensar que puede no ser la última; de hecho, el ministerio señala que se ha dividido el proyecto en fases y, por tanto, en el futuro, cuando se analicen aspectos de la planta de fases que todavía no se han visto, pueden surgir nuevas necesidades de información complementaria.

El resultado de este modo de proceder es que, en la práctica, no existe plazo que comprometa al ministerio para decir, de una vez por todas, si ambientalmente la refinería de Tierra de Barros es aceptable o no. Y con independencia de cuál sea la posición ante la planta, los promotores --e incluso los ciudadanos por la singularidad de la misma--, tienen derecho a exigir rigor y celeridad. No es normal que este proyecto lleve en manos de Medio Ambiente desde junio del 2005, es decir, más de cuatro años.