TStegunda vuelta" en junio. Ya. Lo he oído igual que usted: estamos rodeados sin posibilidad de escape. Cuando algún término hace feliz diana, nuestro mundo (y sus redes) se decide a usarlo sin filtro, hasta la saciedad más empalagosa. La única barrera es que las cosas siguen siendo lo que son, no lo que ocurrentemente se les dé por denominación.

Por mucho que se empeñen unos y otros, lo que viene es una convocatoria de elecciones genuina. No es una segunda vuelta. Para que eso se produjera tendría que haber existido una criba de candidatos y una expresión de adhesiones de los partidos minoritarios a otros proyectos políticos. Más allá de posibles agrupaciones (hechas al calor de legítimos réditos políticos y algunos más oscuros motivos económicos) ni se han producido ni se van a producir. En la carrera con meta el 26 de junio salen --exactamente-- los mismos que lo hicieron en diciembre. Así que si quieren aceptamos pulpo, pero no se cumple ninguna de las características del concepto de "segunda vuelta", ni el Rey en su convocatoria altera nuestro sistema electoral. Ergo, no hay segunda vuelta.

Entiendo, claro, la atracción por el titular. La ironía que se esconde bajo la aspiración deportiva (para mí que hubiera convenido mejor un "ida y vuelta") cuando entramos en ese mayo decisor en las cuestiones competitivas. Este mismo periódico encabezó la semana pasada una edición con una contundente "Segunda vuelta". Es lógico, tiene fuerza, y transmite la sensación de que hay que dar otra pasada (vuelta) más a la rosca. A ver si esta vez engancha.

Peor entiendo que haya ciertos partidos que hablen abiertamente de segunda vuelta. Debo reconocer que me pone en alerta cuando líderes políticos empiezan hacer un uso "original" del lenguaje. Ese afán libérrimo, que algunos aplican solo a su ambición, suele responder siempre a estrategias y nunca a impulsos más o menos espontáneos. Resumiendo: la pretensión es desviar la atención.

XIMAGINOx que la izquierda habla de segunda vuelta como quien habla de segunda oportunidad. Una vez más ese "todos contra uno" al que luego llaman propuesta del cambio. Está claro que el mandato derivado del resultado electoral después hay que "interpretarlo". Como la segunda vuelta, es cuestión de interpretación. Aunque sería más sencillo ceñirnos a la literalidad. De los votos, que así nos ahorramos pactos que no llegan a buen puerto porque no hay ni botadura.

Suena a que con excusas dialécticas y otras añagazas más veniales (el tema del coste en campaña) se pretende hurtarnos una campaña electoral. En parte es lógico: en sí tiene poca diferencia con la de diciembre y el miedo a aburrir debe ser pánico en los equipos electorales. Si se repiten líderes, listas, propuestas, equipos, convencimientos, ¿qué hay que explicar? Pues bastante. Asumiendo que las líneas maestras políticas de los principales partidos no han variado desde el lejano diciembre (el mínimo a pedir) y que, como es una segunda vuelta, no se trata de agrupar ni dar puestos sino de competir en escaños, hay dos cosas que tienen que explicarnos todos los partidos.

La primera es la actitud que han mantenido estos cuatros meses post elecciones y su porqué. Ya sea aquellos que optaron por no hacer nada o los que buscaron el acuerdo hasta debajo de la alfombra, si esta campaña va de algo es de los motivos que impulsaron a los partidos a dejarnos sin gobierno y forzar una nueva repetición electoral. A ser posible, sin el barato recurso de culpar al otro. Que sé que es mucho pedir.

Además, tendrán que contarnos cuál es su plan para el día después del 26 de junio. Puede que en diciembre a los partidos les pillara por sorpresa el panorama que arrojaron las urnas y se vieran en ese formato de negociación (que parecía) nuevo. Pero ahora no hay pretexto que lo ampare. ¿Van a esperar a voto hecho contarle a su electorado con quién pactarían y cómo lo harían?

Me temo que si alguno habla de segunda vuelta es justamente para evitar dar razones de esto: el recurso a una indefinición terminológica antes que la ética de explicar con pelos y señales que significarle votarles cara a formar un gobierno.

Lo que dicen las encuestas es que los españoles mayoritariamente repetirán su voto (casi en un 80%). Que habrá cierta desmovilización (más abstención) por el hastío de estos meses perdidos. La sensación es que, escaño arriba o abajo y coaliciones aparte, el resultado variará poco y las matemáticas volverán a hacer de las suyas. Toma importancia explicar qué harán el día después. Que nos permitan ver que buscan refutar a Lampedusa , que no todo cambiará para seguir igual. Debe estar agotado el hombre de que se use su cita hasta la náusea.