WNwinguna negociación merecedora de tal nombre llega ni tan siquiera a iniciarse sin un largo, laborioso y discreto proceso previo de encuentros y desencuentros. Se supieron hacer. José Luis Rodríguez Zapatero no se lanzaba al vacío cuando expresó, hace unas semanas, la clara esperanza de que estaba en ciernes una negociación. No tenía nada firmado, pero sí la convicción de que ahora la paz era y es posible.

El presidente, además de esta certeza, tenía y tiene otra baza esencial en la mano: ha asumido los principios o reglas que deben regir una negociación como la que se avecina:

Principio de irreversibilidad. Una vez arranca, el proceso no debe tener marcha atrás.

Principio de universalidad. El debate ha de abarcar la totalidad de las cuestiones en liza, sin que puedan dejarse aparcados flecos de ningún tipo.

Principio del seguimiento conjunto. Ninguna de las partes goza del privilegio de decidir por sí sola cuál ha de ser el curso de la deliberación.

Creemos que en Zapatero hay recta intención y coraje, así como capacidad ya demostrada de saber hacer política. Sólo falta una pizca de suerte. Euskadi y España la merecen.