Nadie esperaba que los precios de octubre llevaran la inflación hasta el 4% interanual. Al parecer, ni siquiera el Gobierno, que había previsto la mitad. Desgraciadamente, estamos en esas. Y no sólo por unas alzas puntuales del precio de la ropa y el material escolar, ya que la tendencia de fondo --la inflación subyacente-- también es del 3,7%. El dato, pésimo, nos aleja aún más de la media europea y parece dar la razón a quienes sostienen que se agota poco a poco la etapa de indiscutibles buenos resultados de la política económica del PP.

Aunque aún crecemos por encima de la media de la UE, urgen medidas y nuevas políticas que combatan las verdaderas claves de la inflación si queremos evitar una crisis. Porque ahora la culpa no la tienen unas subidas desmesuradas de sueldo de los trabajadores, porque no han existido. En todo caso no han dado resultado algunas liberalizaciones más aparentes que reales, no funciona el control sobre sectores desbocados (como la hostelería y el transporte) y fallan muchas medidas dictadas para que las empresas ganen en competitividad. El Gobierno parece creer que con buscar el déficit cero cerrando grifos y cruzarse luego de brazos, todo irá bien. Octubre demuestra que no.