Tengo un amigo del PSOE que, aún con Zapatero pifiándola, decía que eran los mejores y, por supuesto, jamás se dejó seducir por Podemos; y otro del PP que está encantado de ver otra vez a Aznar en escena y dice que ni Ciudadanos ni Vox; que la esencia propia de la derecha la representa su partido. Son los convencidos, aquellos que en los peores momentos de cada formación han estado ahí, arrimando el hombro y disculpándolo todo porque su corazón y su mente les impedía ir más allá, sea por amor a los suyos, sea por odio a los contrarios. Sin embargo, hay muchos otros que, todo lo opuesto, mueven su cabeza y en este caso su voto al antojo de cada impulso y cada sensación, en función de cómo piensen ellos que les va a ir mejor según quién gobierne. Son el centro, donde tanto a derecha como a izquierda se ganan o se pierden unas elecciones o, digámoslo claro, se alcanza una mayoría cualificada que permite gobernar sin ataduras.

En Extremadura existe ese centro. Hay una máxima que dice que solo con los propios no se ganan unas elecciones, pero que sin ellos resulta prácticamente imposible. De ahí que todas las formaciones que cuentan con estructura (el PSOE sobre todo y después el PP porque ni Podemos ni Ciudadanos son comparables), estén tensando el aparato. ¿Por qué? Porque tienen que convencer a los suyos para después ir a la conquista del centro.

Digo todo esto a tenor del acto de los socialistas, con Felipe González y Fernández Vara a la cabeza, el pasado viernes en Villafranca de los Barros, multitudinario y de consumo interno, donde Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que está ya de vuelta de todo, dijo que «queda un espacio de centro izquierda y de centro derecha que podemos ocupar el PSOE para volver a ganar por mayoría absoluta». Ojo, no dijo ganar, sino alcanzar la mayoría absoluta.

Es evidente que resulta muy complicado --por no decir imposible-- conseguir esas mayorías tan holgadas de antaño de 36 o 38 diputados (ahora el PSOE tiene 30 de un total de 65 escaños). Ni en Extremadura ni en ningún otro sitio caben ya semejantes resultados. La muerte del bipartidismo y la aparición de nuevas formaciones lo complican, pero el ex presidente extremeño dio dos claves con las que coincido en esta reflexión de conquista del centro ideológico: una, que el PSOE debe recuperar a los que se fueron seducidos por «los redentores de Podemos», así los calificó él, no yo. Y dos, que el PSOE debe centrarse y alejarse de radicalismos porque, a su juicio, «cuando el partido se dio el brazo con los radicales de izquierda la gente lo mandó a la oposición».

El PSOE extremeño no es radical y con Vara a la cabeza todavía menos. Y el PP extremeño no es la derechona de otro tiempo y con Monago también menos pues se ha encargado de poner puente de plata hacia Vox a quienes querían emprender el camino de posiciones más extremas. Uno y otro tienden a seducir el centro, hasta el punto de que pelean por ese caladero de votos allá donde van y tratan de resituar al contrario echándolo de este espacio. Lo único que beneficia aquí a Vara es que no tiene competidor por el centro izquierda. Con Podemos más radicalizado resulta más fácil seducir al electorado progresista y, a la vez, temeroso de posiciones más extremas. Por el contrario, la emergencia de Ciudadanos complica su tarea al PP. Aquellos que se sienten de centro derecha ven que pueden tener acogida en uno u otro partido y, aún ganando peso los populares, Ciudadanos les hace un descosido importante.

Cada vez hay más gente que decide su voto en campaña y cada vez también hay más gente desideologizada a la que tratar de convencer. ¿Puede alguien votar al PSOE si anteriormente votó al PP y al contrario? Sí, a la vista de los datos y el cómputo de los votos. ¿Puede alguien haberse ido a Podemos y volver al PSOE, o irse a Ciudadanos desde el PP o, lo que es más increíble, desde el PSOE? También sí. Ya se sabe que los partidos políticos tienen ideología, de lo contrario no habría gobiernos y pondríamos una gestoría a dirigir esta región, pero un grupo notable de electores dejan a un lado las ideas o pasan por alto determinadas posiciones que les afectan si a cambio creen que van a obtener un beneficio.

En unas elecciones se lanzan muchos mensajes en clave interna, a los propios, pero sobre todo se trabaja en aquellos otros eslóganes que van directamente dirigidos al centro. Prepárense, que con los comicios a la vista vienen muchos.