La Noria es un programa entre el rosa y el amarillo que emiten en no sé qué cadena. Nunca lo veo, pero el otro día lo hice. La Reina es una señora que me cae muy bien y Pilar Urbano no. (Si me cayera algo). Esta vez quería verla, por la que había liado. Así que me tragué los gritos y patéticos ademanes de una enfurecida dama rubia cuyo único mérito es tener una hija de un chico que dicen fue torero, y, eso sí, ejemplificar a la perfección el habla chulesca y ordinaria del sainete más garbancero. Luego pude contemplar a la veterana periodista haciendo promoción de su último producto-record-de-ventas .

Allí estaba mi ególatra hormiguita, llenando la bolsa a costa de difundir su interpretación de las palabras de una señora de setenta años, que tuvo la ingenuidad de considerarla una periodista cabal. Coincido con Luis María Ansón cuando dice que Pilar Urbano puso en boca de la Reina lo que a ella le hubiera gustado que la Reina dijera, y no porque yo piense que doña Sofía no opina eso, sino porque Pilar Urbano posee la suficiente y largamente demostrada habilidad para sacar tajada de temas polémicos y convertir confidencias en declaraciones si así puede arrimar el ascua a su doble sardina ideológica y económica. Como legitimada para utilizar lo que sea con tal de difundir sus ideas --sin duda muy respetables-- hace y hace proselitismo. Ahora la ocasión la pintaban calva y no dudó en aprovechar la confianza de una abuela egregia , pero abuela--, que piensa lo mismo que todas las abuelas, salvo quizás Pilar Bardem , para difundir sus sagradas ideas. Si además gana unos dinerillos --muchos--, miel sobre hojuelas.

No creo que la polémica dé para más. Si la Casa Real ya ha rectificado disculpándose ante aquellos colectivos desfavorecidos que hayan podido sentirse heridos, el tema debería estar zanjado. Añadiré para ilustrar la calidad del programa que, segundos antes de irme a dormir, oí al presentador cuyo nombre he olvidado, decir algo así como: --ahora paramos cinco minutos, "el público a mear" y enseguida volvemos. Entonces me fui. A la cama.