No sé yo si dar crédito a esas informaciones que de boca en boca van según las cuales el otro día, cuando su Majestad la Reina se acercó de improviso a besar el Cristo de Mecinaceli, devoción católica que hacía al menos seis años que no practicaba, el castizo y espontáneo pueblo de Madrid prorrumpió en aun más espontáneas exclamaciones de cariño al grito de "¡Reina, sí, Corinna , no!", "¡Sofía , Guaaaapa!" y similares zalemas jolgoriosas, que prueban que el madrileño, y por ende el español de pro, sigue igual que en 1874 cuando la gloriosa Restauración que entronizó a Alfonso XII como legítimo rey de España.

Ve a un miembro de la familia Real y se pone loco a aclamarle que por eso Madrid es Villa y Corte desde hace la intemerata. Vean si no esas recientes visitas a la clínica La Milagrosa. O a increparle como hicieron con su augusta madre tan solo nueve añitos antes. Vean si no el paseíllo balear de Urdangarin . Y es que la relación de los españoles con la monarquía siempre ha sido peculiar. Pero no voy ahora a ahondar en eso, pues no quiero hurgar en la herida de una familia expuesta como nunca a la intemperie morbosa de los medios, por muy atípica, única, real y privilegiada que sea.

Digo que no termino de creerlo porque lo he buscado y en youtube no aparece. Por tanto, una de tres: o soy muy torpe y no he sabido buscarlo, que puede. O todos los asistentes eran personas añejas desconocedoras absolutas de los milagros de la comunicación en Red, sin una triste cámara para inmortalizar el momento y colgarlo en Facebook, Twenti, WhatsApp, mandarlo a la tele del corazón más cercana y a los amigos del ama. O es mentira.

Ignoro si es sucedido real o leyenda urbana. Pero cuando veo en Hola a esa señora que se hace llamar princesa, recortada en negro, labios inflamados, bracete extendido en primer plano, pulsera carísima, y leo que se queja de ser incomprendida en España porque es alemana, mujer y rubia, lamento que la pobre reina, señora dignísima de su Casa, tenga que soportar que se la ponga al mismo nivel que a semejante ejemplar de conseguidora.