Una de las muchas virtudes de Years and years, la distopía cotidiana de HBO, es cómo narra el ascenso del populismo en un contexto de inseguridad y pérdida de referentes al mismo tiempo que describe las vidas cotidianas de unos personajes que sufren y contribuyen a ese caos. La Historia, con mayúsculas, suele explicarse de forma simplificada como un viaje lineal, coherente. Los historiadores saben bien que la historia, como la realidad, es caótica, lo que hace que el pasado sea «inaprensible», en palabras de Miguel-Anxo Murado en su libro La invención del pasado: «La historia es como la ceniza de un incendio. No es el incendio, ni siquiera un resto del fuego, sino tan solo un vestigio de los efectos del incendio. El viento sopla constantemente, dispersándola». Como la ficción, la historia es un relato (la palabra del momento) que habla sobre todo de quién lo ha escrito.

En Years and years la familia protagonista padece las consecuencias del devenir de la historia. Pero también sufre, ríe, disfruta, se enamora, sueña y se decepciona. Vive, en definitiva, bien, mal o regular. Las pequeñas historias diarias, las que juntas forman las grandes corrientes sociales, políticas y económicas de las eras, son una malla que se teje y desteje a diario.

Hay vida mientras la Historia se desarrolla. La hubo durante el proceso de industrialización que ha destruido el clima y la hay hoy en las playas repletas de turistas a las que llegan pateras con refugiados moribundos. En las escuelas de Misisipí donde quedaron abandonados niños cuyos padres fueron detenidos por ser indocumentados estudian niños con familias que han visto de primera mano qué sucede cuando la Historia te atropella. Igual en casa aplauden a Donald Trump. Ahora tendrán que explicarles a sus hijos por qué están a favor de que sus compañeros de clase se hayan quedado sin padres.relato habla sobre todo de quién lo escribe. El relato de los gobiernos sobre los refugiados del Open Arms y los centroamericanos que cruzan el Río Bravo se las da de realista y complejo, lleno de matices grises, opuesto a la hipocresía y al buenismo naíf, a las simplificaciones. Pero a veces, las cosas son simples: se salvan vidas, o no se salvan. Antes, el héroe solía ser el que las salvaba.

* Periodista