La Audiencia Provincial de Sevilla acaba de dictar sentencia sobre el mayor caso de corrupción en España realizado desde las instituciones públicas por el PSOE. La Junta de Andalucía era utilizada para desviar dinero y crear el denominado «fondo de reptiles», financiando determinados expedientes de regulación de empleo, pero no a cualquier empresa, sólo a las amigas. No se trataba de una medida para las empresas en general, en situación de dificultad, que no sabían de la existencia de estas ayudas sencillamente porque no se publicitaron, ni se convocaron; se concedían a discreción a la empresa afín saltándose el control de la Intervención General.

Como el sistema funcionó durante años impunemente, no sólo fueron beneficiarios de los fondos los trabajadores que estaban en la plantilla afectada por esos ERE, sino que muchos a los que se concedió indemnización suculenta no habían trabajado jamás en esas empresas. Para pervertir más la trama, los fondos tuvieron otros usos más ruínes, como el consumo de drogas y la prostitución.

La sentencia, de más de 1.800 páginas, describe con detalle los tejemanejes corruptos de los socialistas y lo cifra en casi 700 millones de euros, determinando además que los expresidentes socialistas de Andalucía eran plenamente conscientes de la «palmaria ilegalidad» de los actos en los que participaron.

Esta semana he escuchado en las tertulias que el PSOE tendría que construir el relato para librarse de las consecuencias de la sentencia. Esto del relato, que se ha puesto de moda, no es otra cosa que los mensajes que quieren que lleguen a los españoles. En ese afán, sale a la palestra Ábalos, insigne justificador de lo injustificable, a contarnos que esto no es un caso del PSOE. Se olvida del «pequeño» detalle de que este partido gobernó en Andalucía durante 40 años, que Chaves fue presidente del partido hasta 2012, vicepresidente segundo y ministro en el gobierno de Zapatero; que Griñán le sucedió como presidente del PSOE hasta 2014, que ambos fueron presidentes de la Junta de Andalucía y que entre los condenados, hay una exministra de Fomento. A pesar de esto, a Ábalos sólo le ha faltado decir que en el partido socialista ni les conocen.

Esta sentencia tiene un protagonista colateral que también busca la forma de poder modificar la que, hasta ahora, ha sido su postura ante la corrupción. Ha bastado un abrazo de Pedro Sánchez para que Iglesias lo olvide todo y lo disculpe, no vaya a ser que se escape su oportunidad de ser vicepresidente. Más que un relato, los socios han construido un «cuento chino». ¿Tendrá este cuento un final feliz para el PSOE andaluz?

*Ingeniera agrícola y diputada del PP.