La Caixa ha elegido la vía de aceptar las órdenes superiores a la hora de recomponer su cúpula dirigente, pero sin renunciar a dejar constancia: Josep Vilarasau cede la presidencia a su estrecho colaborador Ricard Fornesa. Los principales dirigentes de la gestión diaria, Fainé y Brufau, siguen en sus cometidos. En conjunto, son los cuatro artífices de la supercaixa gestada a partir de 1989 y que hoy protagonizan buena parte de todas las inversiones de las compañías de servicios españolas.

Vilarasau se despidió diciendo que la el Gobierno ha respetado siempre la autonomía de las cajas, aunque ahora ya no es así. Es una alusión directa a la decisión del gobierno catalán de forzar los cambios. También se refiere a que la sociedad civil, que ha demostrado con creces saber gestionar el ahorro, no supo buscar, al margen del partidismo, el sustituto adecuado de Samaranch.

Las cajas de ahorros son una seña de identidad en todas las comunidades autónomas y se han regido hasta el momento por el principio de autonomía de gestión. Lo han hecho tan bien que no han necesitado inyecciones públicas. Romper ese modelo deberá justificarse mejor.