WEwl presidente José Luis Rodríguez Zapatero cerró ayer con discreción, rapidez y transparencia su primera crisis de Gobierno tras aceptar la dimisión presentada hace meses por el ministro de Defensa, José Bono . El reajuste ministerial coloca en su puesto al hasta ahora titular de Interior, José

Antonio Alonso , a quien le sustituye Alfredo Pérez Rubalcaba , portavoz del Grupo Socialista en el Congreso. La reestructuración se cierra con la salida de Educación de María Jesús San Segundo , sólo 24 horas después de aprobarse la LOE, en favor de la presidenta de la

Comisión de Educación del Congreso, Mercedes Cabrera . Los cambios dan mayor cohesión al Ejecutivo ante el nuevo horizonte político por el alto el fuego de ETA ypara la puesta en marcha del proceso de pacificación de Euskadi. Pero no se habrían producido sin la renuncia de Bono.

UNA VOZ DISONANTE . Las discrepancias de Bono con Zapatero eran conocidas y evidentes. El encargado de Defensa nunca disimuló su incomodidad con el Estatut, singularmente con la inclusión del término nación en su texto para definir a Cataluña. De hecho, las discrepancias de Bono con el enfoque dado por Zapatero a la cuestión catalana han sido la última entrega de las desavenencias históricas entre ambos, enfrentados ya en el 2000 por la secretaría general del PSOE.

Con independencia del legítimo derecho de Bono de atender más a su vida familiar y profesional --como argumentó ayer--, es indudable que el dirigente socialista ha tocado su techo político con la nueva realidad fruto de dos años de legislatura socialista.

EQUIPO DE ABSOLUTA CONFIANZA. Al situar a dos hombres de su total confianza en Defensa e Interior, Zapatero ha hecho de la normalización de Euskadi el primero de los asuntos de Estado. Alonso tendrá bajo su autoridad los servicios secretos, instrumento esencial en ese proceso, y deberá afrontar también la tarea de persuadir a las Fuerzas Armadas de la necesidad de recorrer el camino hacia la paz.

En ese trayecto, la figura de Rubalcaba será capital: si ya ahora se le tiene por quien mejor conoce --junto con el presidente-- la situación real de la organización terrorista y de su entorno político, la coordinación que puede ejercer desde Interior será aún más decisiva. El desbarro de Rajoy por su nombramiento, al hablar de puntos oscuros en la biografía del nuevo ministro, no logra ni siquiera deformar su capacidad como negociador. Precisamente por ello, su sustitución al frente del grupo parlamentario del PSOE, con la compleja tarea deformar mayorías en el Congreso, es el gran precio de esta crisis.