Escritor

Murillo, nuestro compañero de página, se duele del rencor visto en algunos ojos y en algunas expresiones. Murillo lo quiere todo. Quiere ser Premio Lope de Vega y que lo miren con cariño; quiere dirigir tan admirablemente como lo hace el consorcio del Lope de Ayala; quiere seguir opinando con tanto acierto como lo hace y que le envíen bombones. Pasa que Miguel es muy joven, y aunque ha hecho un viaje a Buenos Aires con Ruiz de Gopegui, todavía no ha podido llegar a toda la madurez, adonde llegará algún día dando las gracias porque lo miren con rencor, en lugar de alarmarse por ello. Eso sólo se consigue con los años y aislándose. Yo hace tiempo que sólo saludo a los que, de una manera palpable, se me acercan, siempre que no digan tonterías, porque les vuelvo la espalda de inmediato. Yo no puedo perder un solo segundo, una sola décima de segundo en discutir como si fuera integrante de los moradores de Gran hermano, que se ganan la vida llevando por todos los rincones de las casas españolas sus propias miserias. Ya es bastante que uno solo sea consciente de lo mísero de vivir, que los hay que dedican su vida a flagelarse con la líbido, en lugar de destrozar la coraza que los atenaza.

Las ciudades pequeñas tienen, además, unas cargas negativas muy terribles, como es el caso de Badajoz, que a pesar de que nos quieran contar su historia como las hazañas bélicas del general Franks, aquí hubo una gran masacre donde el ejército invasor no fue el dicho general, sino hermanos, primos y demás parientes, que armados hasta los dientes masacraron lo que se encontraban por delante y además "sin ayuda humanitaria", casi como la médico esquizofrénica del Jiménez Díaz de Madrid. Eso es esquizofrenia y pura esquizofrenia. Como lo es todo cuanto está sucediendo en Irak.

Mi buen amigo ha dejado en estas páginas un girón de su pena, y como lo conozco, y hasta me llamó para contármelo, yo sólo puedo decirle que llega un momento que tienes que blindarte, porque uno no es una moneda de veinte euros y, además, porque siendo una moneda te pueden matar. Hay que estar preparado y blindarse.