Presidente de las Cámaras de Comercio

La interdependencia de las naciones se manifiesta vívidamente en estos momentos de tensión e incertidumbre ante la posibilidad de una confrontación bélica a gran escala. La guerra nunca es buena, siempre es la justificación del fracaso de los hombres. Por eso, mientras estén en marcha las negociaciones y haya una posibilidad, por remota que sea, hay que apostar por la contención. Todo puede tener su momento y lugar adecuado. La fuerza siempre es el último recurso.

La mayoría de indicadores internacionales señala deterioro del clima económico global, especialmente en Europa, coincidiendo con la escalada bélica. Países ya con problemas en sus economías como Alemania o Japón verían seriamente afectadas sus posibilidades de recuperación en el 2003, y por ende la Unión Europea y otras zonas de libre comercio. Tampoco es probable que, a corto plazo, Estados Unidos crezca internamente por la guerra. Eso significaría que el estancamiento europeo tendrá otro motivo más para prolongarse en el tiempo. La incertidumbre siempre afecta al crecimiento europeo.

La economía española, una de las más abiertas del mundo, no sería excepción a la regla, aunque es difícil expresar en cifras hasta qué punto podría verse afectada. Los efectos directos de un posible conflicto sobre el sector exterior son pequeños. Las relaciones que mantenemos con Irak solamente suponen un 0,08 por ciento del total. Las importaciones no llegan al 0,3 por ciento. Además, con la zona de Oriente Próximo se realiza menos del 2,5 por ciento de todo el comercio exterior español. Ambas situaciones nos aíslan, a priori, de efectos frontales. Sin embargo, España no estará libre de los indirectos, más intensos a medida que se alargue la guerra.

El más importante será el que afecte al turismo: miedo a volar, a posibles acciones violentas y modificación de pautas de gasto. Las compañías aéreas españolas ya han elaborado planes de contingencia ante la posible contracción de demanda de pasajeros y la subida de precios del petróleo. En cualquier caso, Iberia es una de las grandes aerolíneas europeas con menor actividad en Oriente Medio por lo que, en principio, vería resentirse su facturación en menor medida que sus competidores.

Todo el comercio bilateral hispano-iraquí pasa por el método "Petróleo por alimentos". Repsol, YPF y Cepsa han importado crudo iraquí desde la creación del programa. En el año 2000, desacuerdos entre la ONU y Sadam Husein provocaron un cambio en la política de venta de crudo. Las desavenencias político-económicas se resolvieron satisfactoriamente a finales de 2002, lo que incrementaría de nuevo las exportaciones de la principal materia prima iraquí, siempre que no se materialice el conflicto armado. El crudo que tanto Cepsa como Repsol compran en Irak es, por volumen, fácilmente sustituible.

A pesar del embargo internacional y la incertidumbre, Irak es un mercado de grandes oportunidades para la empresa española. Tendremos que esperar a los acontecimientos de los próximos meses para retomar el pulso comercial a un país rico y pendiente de su reconstrucción desde la Guerra del Golfo.