Está claro que las televisiones tienen que seguir la noticia para informar. Si Trump será presidente, si Clinton triunfa en los Caucus, si la Generalitat catalana pide a la Hacienda de la "España nos roba" setecientos millones para pagar a sus funcionarios.

Harta en cambio la repetición de la misma realidad, con las exactas palabras, por muy trascendente que sea y bien que las transmitan nuestros conductores de informativos. Lo de la rara sesión de investidura de Sánchez , lo de que previsiblemente fracasará, lo de que la segunda probablemente también lo hará a la vista de las declaraciones de los líderes y lo de que de ser así constituirá un hecho inédito en la democracia española. Una y otra vez la televisión repasa el desfile de políticos que tan poco han hablado entre ellos y tanto se han paseado ante las cámaras y aparecen una vez y otra las mismas manos tendidas, los mismos ofrecimientos trampa, exactos desplantes, idénticos apretones de manos con el gesto contraído. Una situación bloqueada, sin avances, una suma insuficiente, un baile zascandilón y aburrido que dura ya demasiado mientras entre la aparente actividad loca, superficial e inconsistente, subyace un inmovilismo por culpa del cual ya han abandonado España un número aterrador de inversores y la parálisis de las instituciones es una consecuencia nefasta de la bajura política de sus actuales protagonistas. Una intenta empatizar con todo estos paseantes de pasillos y comprender sus razones. Sin estar de acuerdo y parecerle muy mal por antipatriótico e irresponsable, puede entender que Rajoy , un carácter poco activo, se haya dejado ganar el terreno por un rival perdedor, pero activo y acosado por su propio partido, aunque repudia su casi patológico rencor hacia aquel. Conecta bien con Rivera y su afán de avanzar como sea. Lo que no puede sufrir es que un líder democrático llame preso político a un condenado por obedecer a ETA. Y que este líder se haya propuesto y se siga proponiendo como vicepresidente de un posible gobierno español y lo llame de progreso. Porque eso le da bastante miedo.