En primer lugar, no tengo claro si a la Soraya que se refiere usted en su artículo es nuestra Soraya Arnelas de Valencia de Alcántara. Si es así, le diré que las comparaciones son odiosas y en este caso, a mi entender, desafortunadas.

Comparto con usted la ilusión en la instalación de una importante empresa en Cáceres y también en que sea gente muy preparada la que va a ocupar los futuros puestos de trabajo. Pero no comparto de ninguna manera el trasfondo de su artículo, que viene a ser más o menos esto: antepone usted la cualificación profesional de los jóvenes que pueden ser contratados por la citada empresa sobre otras opciones que, según su opinión, no necesitan tanto esfuerzo ni sacrificio.

Esto, a parte de ser injusto, no es cierto. ¿Se ha molestado usted en informarse sobre el curriculum de Soraya? Me temo que ha utilizado su nombre a la ligera. Sepa usted, amigo mío, que la actual situación de nuestra artista no es fruto de la casualidad, sino del esfuerzo y el tesón que ella ha mostrado desde muy joven. Revise usted su expediente académico y verá que podría haber optado a cualquier carrera. En cuanto al esfuerzo y al sacrificio, recuerde que abandonó su casa muy joven para perfeccionar idiomas (varios) que domina a la perfección y consiguió el título de azafata de vuelo al mismo tiempo que trabajaba para pagárselo. Además, le diré que si usted está contento por la instalación de esa empresa en Cáceres, nosotros, sus paisanos, no lo estamos menos por ver a Soraya Arnelas donde está, amén del beneficio que supone para nuestro pueblo (pregunte en hoteles, restaurantes, casas rurales...)

No me parece justo, ni acertado, el ejemplo que usted nos pone. Puede que tenga algo de razón en general, pero no en este caso particular.

Todos los profesionales sean de la rama que sean merecen el mismo respeto porque se lo han ganado con esfuerzo. Nadie vence a nadie.

José María Picado Bonito **

Valencia de Alcántara