En una reflexión anterior de EL NORTE poníamos de manifiesto la diferencia que existe en inversiones y, como consecuencia, en desarrollo y progreso entre Badajoz y Cáceres. Entonces únicamente constatamos el hecho de que el sur ha venido siendo mucho más beneficiado que el norte y planteábamos una serie de interrogantes sobre las posibles causas.

Es posible que sea ahora el momento de analizar algunas de las causas que dan origen a esa diferencia. Cabe comenzar con el desequilibrio de fuerzas parlamentarias en la Asamblea que surgió de la «proporcionalidad» que otorgaba más representantes a Badajoz. A partir de ahí, observamos con preocupación cómo las personas que representan a la provincia de Cáceres en los ámbitos políticos, sindicales, de asociaciones empresariales y movimientos sociales en general mantienen posiciones conformistas, poco críticas y escasamente reivindicativas.

Desde las propias negociaciones previas para acuerdos de normas, convenios, conciertos económicos y de desarrollo, nuestros representantes, pocas veces en los citados ámbitos, han mantenido posiciones o emitido su voto en contra de disposiciones o normas que notoriamente perjudicaban a la provincia del norte. Y ciertamente las ha habido; pues basta considerar los sucesivos presupuestos de la comunidad para observar la diferencia entre ambas provincias.

No es menos cierto que si se analizan los liderazgos:

- Presidentes de partidos

- Presidentes de gobierno autonómico

- Presidentes y secretarios generales de organizaciones sindicales, de empresarios y otros en un altísimo porcentaje, de Badajoz.

Y lo cierto es que el líder impone criterio, sustenta decisiones e inclina la balanza a su terreno, por lo que a veces hay que posicionarse con la correspondiente justificación en contra y proponer y votar lo que convenga a quienes representan, aún a costa de perder las prerrogativas del cargo.

Es posible que algo empezase a cambiar si se limitasen los mandatos a ocho años, por ejemplo, para todos los representantes en general. Esta limitación en el tiempo generaría certeza y evitaría posiciones cómodas e interesadas a título personal que tienden a veces a la consideración de intereses propios por encima de los representados.

La sociedad empieza a cansarse de los que perduran en el tiempo. Son muchos los alcaldes, concejales, directores generales, diputados en Asamblea o diputaciones y otros cargos en asociaciones o sindicatos cuyas caras siempre son las mismas con alguna variación de destino.

Entendemos que ya es hora de que las renovaciones de personas sean sucesivas y dinámicas, que los representantes no se acomoden y se eternicen en los cargos por haberse profesionalizado. Tal vez así reivindiquen para sus representados y no para sí. Si queremos que Cáceres inicie su desarrollo en pie de igualdad, se necesita gente que sepa decir: ¡No. Basta ya! * Grupo de opinión ciudadana en Cáceres