WSw iempre que se agota un plazo de negociación se transmite la imagen de que uno de los dos litigantes ha acabado cediendo por la presión del reloj. Se ha repetido en el caso de la negociación que Repsol YPF, que fue la última --junto la brasileña Petrobras-- de las diez multinacionales, que han cerrado acuerdos con Bolivia sobre los nuevos contratos de exploración y explotación de los yacimientos de gas y petróleo del país andino. La compañía hispano-argentina que preside Brufau y la brasileña son las determinantes del sector en Bolivia. ¿Quién ha ganado? Por el boato con que se organizó el acto de la firma, es un triunfo indiscutible del presidente Evo Morales. Pero no del todo. También tuvo su peso la presencia en la ceremonia de firmas de un alto representante del Ministerio de Asuntos Exteriores español, lo que daba una imagen de que Repsol YPF también podía recurrir al derecho internacional para denunciar la violación de contratos firmados anteriormente. ¿Es más importante Bolivia para Repsol que Repsol para Bolivia? La cuestión queda superada por el pragmatismo mutuo. El país necesita los beneficios de su riquísimo subsuelo y la compañía tiene derecho a una seguridad jurídica para garantizar que sus 1.000 millones de inversión desde hace diez años tendrán rentabilidad. Con todo, el pacto forzoso de Bolivia y las multinacionales debería servir de aviso para otros países de Latinoamérica. Quienes en La Paz imponen leyes sobre sus recursos lo hacen en representación de sus clases más desfavorecidas, pero han sabido elegir con qué socios pueden contar. En este caso, han sido España y Repsol.