TLtos valores de la República son el respeto a los derechos de los ciudadanos y el reconocimiento indiscutible de la institucionalidad. Lo republicano es la solemnidad en la defensa de un conjunto de valores indiscutibles e indiscutidos por quienes quieran ser considerados ciudadanos. Esa asunción explícita e irrenunciable de los principios que consolidan el Estado de Derecho no ha llegado a España. Republicanizar nuestra monarquía es la más importante asignatura pendiente.

Nos faltan los valores republicanos. Entender esta carencia es reconocer lo insoportable que resulta la dialéctica cotidiana de lo obvio. Poner en la picota, permanentemente, las instituciones fundamentales como la Justicia, el valor de las Cortes Generales como depositarias de la soberanía popular indisoluble, la unidad contra el terrorismo, los intereses exteriores de España..., es la demostración de una insoportable falta de madurez republicana. Cuestionar la idea de España, sólo porque el franquismo quiso apropiársela es tan infantil como desconocer a un mal padre. Y muchos españoles no quieren serlo solo porque no se han dado cuenta del valor de la República, que simboliza los derechos ciudadanos y que se visualiza en esta España que tenemos y que tan pocos están dispuestos a defenderla porque han claudicado, regalándosela a la derecha más dura. En España hay demasiada espuma que impide ver la sustancia. Otros países consolidados como democracias modernas, en su republicanismo, no admiten bromas ni con la bandera ni con la patria ni con la unidad territorial ni con la soberanía de su parlamento ni con la política exterior ni con la lucha antiterrorista, solo porque, sencillamente, tienen claros sus valores republicanos.

Aquí hasta nos permitimos el lujo de observar, impávidos, como una pléyade de supuestos historiadores y corsarios del periodismo se permiten el lujo de cuestionar la legitimidad de la República española y justificar el golpe de estado del general Franco . Mucha gente no se da cuenta que para fortalecer los valores republicanos de la monarquía parlamentaria hay que sacralizar la memoria de la II República española, porque aquel intento frustrado cimentó las bases de nuestro Estado moderno, y esas bases son independientes de los errores que se cometieron y de la brutal interrupción del proceso constitucional. El día que empecemos a sentir la república que debe contener esta monarquía seremos un país con identidades indestructibles.

*Periodista