El paro registrado y la afiliación a la Seguridad Social en agosto son preocupantes --en el conjunto de España más que en el de la región, donde el empleo ha tenido un comportamiento menos malo-- porque apuntan hacia el más negro nubarrón de cuantos planean sobre la economía española: el estancamiento brusco de la construcción. De hecho, de los casi 58.000 parados más registrados en agosto, 22.000 corresponden a ese sector, vital para el empleo. Las cifras de un solo mes son insuficientes para detectar un cambio de tendencia, pero en este caso el fuerte aumento del paro en agosto, el doble que el del mismo mes del año pasado, casa con otros indicadores que apuntan a que el llamado sector del ladrillo da síntomas de agotamiento. La pregunta es si el lógico frenazo a la construcción de viviendas, tras varios ejercicios de locura inmobiliaria, se producirá de forma suave, como pronostica el vicepresidente Solbes, o bien lo hará de forma súbita, con lo que el paro sufrirá un fuerte repunte. Se trata de una duda que se esclarecerá en los próximos meses. El mal tiempo registrado en algunas semanas de agosto puede haber influido, pero solo en parte, en el aumento del desempleo en el sector de los servicios, aunque también aquí parece claro que se ha disipado parte del fuerte dinamismo de los últimos veranos. Con la economía creciendo a un ritmo del 4%, lo lógico es que se sigan creando puestos de trabajo. Pero, paradójicamente, mientras la encuesta de población activa refleja esa constante subida de la población ocupada, el registro en el Inem sigue sin bajar claramente de los dos millones de parados.