WLw a Unión Europea, junto al BCE y al Fondo Monetario Internacional preparan el plan de rescate de Portugal por importe de 80.000 millones de euros, una cantidad equivalente a la que se destinó a Irlanda y 20.000 millones por debajo de la de Grecia. Acosada por los mercados financieros, la economía del país tenía su problema más importante no tanto en la deuda pública, a pesar de que su bono cotizaba ayer al 8,83%, con un diferencial de 5,35 sobre el alemán, sino en el peligro de colapso de su sistema financiero. Esa es la razón por la que las cotizaciones de los bancos lusos y de los extranjeros con riesgo en Portugal respiraron aliviadas en cuanto José Sócrates oficializó la petición de ayuda del Fondo Europeo de Estabilización Financiera. Los criterios de Maastricht establecieron las condiciones para adherirse a lo que después sería el euro, pero también marcaban las líneas por donde debían orientarse las economías dispuestas a compartir la misma moneda. Una de las consecuencias de la profunda crisis que vivimos ha sido poner al descubierto que esa convergencia era más nominal que real en una buena parte de los casos. Cuando ahora se habla de países periféricos, lo que se está señalando no son los lugares más lejanos de Bruselas, sino las economías que siguen siendo muy distintas de las centrales, que son las que más pesan en la UE y las que influyen en la política monetaria del BCE.

Esas políticas pueden incluso ser contraproducentes si se aplican en sistemas muy diferentes, muy periféricos. Por eso, los países que no habían conseguido acercar sus modelos productivos al prototipo del euro cuando estalló la crisis han tenido que hacer las reformas pertinentes de forma urgente y atropellada, como España. Pero, gracias a eso, el diferencial del bono español se mantenía ayer en 1,80, muy por debajo del máximo de hace apenas unos meses, y el riesgo de intervención casi ha desaparecido.

El primer ministro portugués forzó la votación de su plan de ajuste a sabiendas de que perdería, para reclamar después el apoyo de Bruselas. Ahora, la UE, el BCE y el FMI impondrán un plan draconiano que ninguno de los partidos que se presentan a las elecciones anticipadas del 5 de junio podrá cuestionar.

En clave regional, la crisis de Portugal se mira de una forma muy especial desde Extremadura. No en vano, un tercio del comercio exterior extremeño depende del vecino luso. Empresarios, economistas y alcaldes tienen pocas dudas de que las exportaciones de la región a Portugal se pueden resentir este año, aunque también advierten de que los portugueses de las zonas rayanas acudirán más a comprar a Extremadura porque el IVA de muchos productos es más reducido a este lado. El proyecto que sí parece haber sufrido más daños colaterales es del tramo luso del AVE Madrid-Lisboa. El ministro portugués de Finanzas ha dejado claro que se hará, pero se hará "cuando se pueda". Pese a todo, es la posición más optimista, dado que si los conservadores ganan los próximos comicios, el trazado de alta velocidad Caya-Lisboa quedaría definitivamente sentenciado si nos atenemos a las posiciones que han mantenido hasta la fecha.