Parece evidente que los españoles somos muy aficionados a acompasar momentos concretos de nuestra vida colectiva al ritmo de una canción. O al revés, a adaptar una canción a esos momentos. Quizá por eso, mal que bien, hemos aguantado los largos meses del confinamiento al ritmo del ‘Resistiré’ que sonaba a todas horas, con especial intensidad a las ocho de la tarde. Tanto, y tan repetidamente, que he llegado a odiar una canción que ya de entrada no me gustaba.

Superado el tramo más duro de la pandemia y sumergidos de lleno en lo que se ha dado en llamar la «nueva normalidad», la actitud irresponsable de muchos me lleva a pensar que también deberíamos ponerle himno a este nuevo tiempo: La canción ‘Contamíname’. Porque si el «resistiré» cuadraba con lo que debíamos hacer en la lucha inicial contra el virus, lo que estamos viendo ahora en muchos lugares públicos, privados incluso, parece sugerir que queremos contaminarnos. O que le hemos perdido el respeto a la enfermedad, olvidando demasiado rápido sus terribles consecuencias.

Y es que, por desgracia, en cuanto nos han quitado la brida de la prohibición para dejar en nuestras manos la responsabilidad de evitar los rebrotes, nos hemos desatado. Como al principio los hubo que se saltaron las restricciones, en la «nueva normalidad» muchos han dejado claro que la responsabilidad no va con ellos, lanzándose a una carrera desenfrenada por recuperar la vieja normalidad, sin prestar atención a quienes nos dicen que todavía estamos lejos de alcanzarla.

Por supuesto, la mayoría es consciente del peligro, pero creo que las prisas no ayudan. Como no lo hace el individualismo desaforado que predican algunos responsables políticos y líderes de opinión, y practican los más inconscientes, que prestan oídos a los bulos, otra epidemia que convive con la provocada por el covid-19.

Sin ánimo de dar consejos a nadie, creo que la misma unidad que mostraron la mayoría de los españoles en los tiempos más duros debería servir como ejemplo para que, quienes tienen en sus manos recuperar la normalidad de este país -en los planos sanitario, social y económico--, se pusieran de acuerdo para salir de esta situación con los menores daños posibles. Que de todos modos serán muchos.

Mi propuesta, un sueño más bien, es que sigamos con el «resistiré», sin escucharlo a todas horas si es posible, y nos olvidemos del «contamíname». O lo que es lo mismo, que todos sigamos resistiéndonos, tanto a las tentaciones de la división y los bulos, como a las actitudes que nos pueden llevar a un rebrote de los contagios, para no tener que regresar a la casilla de salida.

*Periodista.