TCtuando las dificultades arrecian y el horizonte se torna sombrío, algunas verdades evidentes emergen a la superficie y se nos manifiestan con toda su crudeza, aunque siempre estuvieron ahí. Hay una parte de la condición humana que prefiere evitar la mirada frontal a los problemas hasta que se tienen justo delante y casi son inevitables, cuando lo racional, y recomendable, es tratar de prevenirlos para evitar que se produzcan. O, al menos, tener preparadas las soluciones. Mientras el nivel de vida medio de los españoles ha sido relativamente decente, se han preferido aceptar demasiadas cosas inaceptables que, ahora que ya no todo va tan bien, tienen difícil remedio. Sería bueno aprender la lección.

La política, una de las más nobles actividades del ser humano, surge de la necesidad de las comunidades de resolver conflictos y abordar objetivos comunes. A partir de ahí, se desarrolla y evoluciona hacia una complejidad cada vez mayor, pero no podemos perder jamás de vista una de sus columnas vertebrales: resolver los problemas de la ciudadanía. Parece una obviedad. Pero es solo una de esas obviedades enterradas durante algún tiempo y poco a poco rescatadas.

Cualquiera de nosotros, paseando por nuestras ciudades, nos haremos decenas de preguntas. En Cáceres, por ejemplo, ¿tan difícil y tan caro resulta evitar que, cuando llueve, las calles se conviertan en un parque temático acuático?, ¿de verdad es tan complicado resolver de una vez por todas el problema de los accesos a la ciudad monumental?, ¿tiene algún sentido que haya cada vez más edificios públicos vacíos, semivacíos o en desuso mientras hay diversas colectividades que no tienen donde desarrollar sus actividades?, ¿es Cáceres la única ciudad del mundo donde hay unas personas que quieren divertirse mientras otras quieren dormir, no se va a lograr gestionar adecuadamente en estos cuatro años el llamado "problema de los ruidos"?, ¿es tan difícil comprender que una ciudad donde el turismo tiene tanta relevancia los centros de referencia deben permanecer abiertos los festivos y los turistas tienen que encontrar facilidades, evitando el síndrome del "turista perdido"? Podría consumir todo el artículo enunciando viejos problemas a los que la corporación en pleno debería dedicarse con energía hasta que se resuelvan. Se trata de gestión pura y dura, de eficacia en la resolución de problemas básicos para los ciudadanos.

XEL PASADOx jueves se conoció que en las últimas oposiciones a maestro celebradas en la Comunidad de Madrid solo el 14% de los aspirantes superaron una prueba de conocimiento que incluía preguntas con un nivel equivalente al de un niño de doce años; hay quien respondió que Soria es una Comunidad Autónoma, quien escribió "Valladoliz", quien dijo que "escrúpulo" significa que sale el sol, que Badajoz está en Andalucía o que la gallina es un mamífero. Estamos ante una auténtica emergencia nacional. Un asunto que tiene ribetes ideológicos muy relevantes que pueden ser discutibles políticamente, nadie lo niega, pero que tiene también unos mínimos sobre los que debe sostenerse el sistema y que estamos muy lejos de alcanzar; y esto depende fundamentalmente de la gestión. El resultado que emerge hoy es producto de una pésima gestión durante décadas. Si la política no ha logrado solucionarlo, ¿cómo podemos pedirle a la ciudadanía que confíe en ella?

Miren el tema de los desahucios. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) nació en Barcelona, en 2009, a raíz de la multitud de casos de desahucios, problemas asociados a las ejecuciones hipotecarias y abusos de las entidades bancarias. Pues bien, el pasado jueves, 14 de marzo de 2013, cuatro años después, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea afirma que la legislación española sobre hipotecas y desahucios es contraria a la directiva europea y que los jueces pueden empezar a impedir desalojos. Cuatro años han tardado las instituciones --y han tenido que ser las europeas-- en ponerse al ritmo de la acción política de los ciudadanos. Allá donde la PAH comenzó a resolver problemas --evitar desahucios, en este caso-- ha llegado ahora la Unión Europea. Así de fácil y así de duro. La ciudadanía se ha puesto ya al frente de la política porque la política hace tiempo que no está al frente de los problemas.