Cuando a otras generaciones les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón...». Estas palabras del discurso pronunciado por Manuel Azaña en Barcelona en 1938 retumbaban en mente de uno de los padres de la Constitución, José Pedro Pérez-Llorca, durante su redacción, según recordaba en su artículo publicado en El País el periodista Pablo Ordaz, lo ilustraba con una foto de Marisa Flores en la que aparecían Rafael Alberti y Dolores Ibárruri en las escaleras del Congreso de los Diputados bajo la atenta mirada de sus señorías.

El fragmento del discurso junto a la fotografía me pareció un mensaje tan poderoso que no continué con la lectura del artículo que se titulaba ‘Así se hizo’. Yo sé que las palabras redactadas en las Constitución han producido los mejores cuarenta años de la historia de nuestro país, de mayor estabilidad política y social, sé que la convivencia, el respeto y la búsqueda de la igualdad han conseguido cuarenta años de progreso entre generaciones, sé que gracias a todas y cada una de ellas mi generación ha nacido y vivido en libertad, sé que nuestra diversidad es nuestro mayor patrimonio. Hoy puedo saber cómo se hizo y puedo sentirme profundamente orgullosa de mi país, de quienes supieron mirarse a los ojos y trabajar por el futuro y la creación de una nueva realidad, de una nueva España democrática.

Nada es perfecto, y seguramente nada ni pueda ni deba serlo, lo importante es saber mejorar sobre los pilares básicos de su construcción; creo que ese debe ser el sentimiento prime en la celebración de la Constitución de 1978.

Ayer escuchamos unos magníficos discursos pronunciados por la Presidenta del Congreso de los Diputados y del Rey de España junto a la imagen de los Presidentes del Gobierno de España, los padres de la Constitución y la Familia Real Española, todos ellos arropados por los Diputados y Diputadas, Senadores y Senadoras, por los y las representantes democráticamente elegidos por la ciudadanía española. Esa combinación de palabra e imagen también fue poderosa, nunca debería olvidarse que el respeto y la convivencia está por encima de todo, eso es el entendimiento de un país.

Ahora que está mal visto el diálogo por considerarlo buenismo incompetente, ahora que decir la verdad es posicionarse en extremos insolidarios e incompresibles, ahora que por primera vez en democracia la extrema derecha antieuropeísta consigue llegar a un parlamento democrático, ahora hay que recordar la frase «un voto vale más que mil gritos», ahora la política es más necesaria que nunca, como siempre lo ha sido, ahora busquemos el respeto y la convivencia, pensemos, como lo hicieron entonces, en el interés general del Estado español, pensemos en todos y todas, pensemos en todo lo que se hizo y en todo lo que nos queda por hacer juntos y juntas.