La gran ciudad ha vivido alejada del sector agrario; acomodada por la costumbre, no era consciente de que detrás de ese pequeño gesto de comprar una bandeja de carne o verduras, hay todo un colectivo que trabaja para que eso sea posible. En ese hábito de ir al supermercado y encontrarlo repleto de alimentos, no considerábamos la mínima posibilidad de que pudieran faltar algún día. De hecho, a lo largo de todas las reformas de la PAC cuando se le preguntó a la ciudadanía si estaba de acuerdo con la necesidad de que existieran ayudas para los productores agrarios, la contestación mayoritaria no trataba sobre asegurar el abastecimiento de alimentos sanos para los ciudadanos europeos, sino que esas ayudas deberían condicionarse a que los agricultores y ganaderos llevaran a cabo más medidas que cuidaran el medio ambiente, como si no lo hicieran ya, y como si esa tarea fuera exclusiva de ellos y no un compromiso de todos.

Durante años, décadas más bien, hemos buscado la priorización y legitimación de la agricultura y la ganadería; un reconocimiento a los agricultores y ganaderos que consiguen con su trabajo que Europa no esté desabastecida de alimentos con unas exigencias excepcionales de calidad, salubridad y respeto por el bienestar animal y el medio ambiente. Ha hecho falta que sobrevuele ese fantasma del desabastecimiento para que, de golpe, en cuestión de días, nos hayamos dado cuenta de que, sin agricultura y ganadería, nada. ¡Qué cierto es lo que decía aquel anuncio americano! «Para que esto o aquello ocurra, el agricultor debe alimentarnos a todos».

En estos días tan duros, los agricultores no solo siguen trabajando, sino que además han dado muestras de esa solidaridad que les caracteriza, desinfectando nuestras calles con su maquinaria. Son necesarios los aplausos y el reconocimiento a esta labor, pero estos tienen que venir unidos a medidas que aseguren la viabilidad económica de nuestras explotaciones agrarias. No solo por ellos, sino por todos, porque necesitamos comer.

Sin embargo, también en esto, Extremadura es la última para el Gobierno de Sánchez. Somos pocos votantes, así que se priorizan a otras comunidades con el conformismo de la Junta. Valgan estos ejemplos: anuncian ayudas para el sector ovino, que está sufriendo una grave crisis, a la que no pueden acogerse los ganaderos extremeños porque aquí producimos otro tipo de cordero; reducen los módulos del IRPF por la sequía y las inundaciones por Dana y el resultado para Extremadura es que los agricultores extremeños pagarán más impuestos que los del resto de España. En Extremadura sufrimos los mismos perjuicios por sequía, inundaciones o problemas de mercado, por lo tanto, queremos respeto y trato de igualdad con el resto de los productores del país.

*Ingeniera agrónoma y diputada del PP.