XExl respeto a los demás es la base obligada de cualquier clase de convivencia, que se tenga o se pretenda, forma parte de los elementos más básicos de la educación, por eso cuesta creer que gentes que se dicen responsables, falten a ella de forma tan zafia y primitiva. Por muy ateo o agnóstico que uno sea, el respeto a los símbolos religiosos de los demás es sagrado, y francamente, no estuvo el presidente del ejecutivo catalán Pascual Maragall , a la altura de las circunstancias, al permitirse bromear con el subvenir religioso de una corona de espinas de la crucifixión de Cristo en Jerusalén. Las coronas de espinas que allí se venden, son traídas junto al agua del Jordán por muchos devotos cristianos y colocadas en las paredes en las que se apoya el cabecero de las camas, porque creen que palía las angustias de la agonía y ayuda a mejor morir.

Por otro lado, la corona de espinas, que con tanto alborozo, se intercambiaban Carod Rovira y Maragall , es el recuerdo del sufrimiento de un hombre al que muchos millones de seres humanos creen Dios, y otros muchos millones más, creemos que fue un hombre excepcional que casi se merecía haber sido Dios, que dio su vida por la libertad, la dignidad y la igualdad de los hombres, respetando y perdonando hasta el final a sus enemigos.

Seguro que su intención no era ofender el sentimiento religioso de nadie, pero el análisis de los hechos es que no se puede ser tan frívolo con símbolos que tienen tanta carga religiosa, probablemente sólo pretendían escenificar los encuentros desde dentro y las dificultades hacia fuera, para consumo doméstico de la televisión catalana.

La bandera de un Estado es también su símbolo más sagrado, no es un simple trapo de colorines del que usó y abusó una derecha reaccionaria, que utilizaba la palabra patria como arma arrojadiza. Es ya el símbolo de todos, lo dice la Constitución, el de todos los españoles incluyendo los que no quieren ser españoles, tan solo se autoexcluyen los no demócratas, sean de izquierdas o de derechas. Su ausencia, presencia o retirada, no son nunca una cuestión menor, en ningún caso, y si estamos en el extranjero participando en una ceremonia solemne mucho menos. Los comportamientos con la bandera no pueden trivializarse, y a este respecto el de Carod Rovira en el acto de homenaje a Isaac Rabin resulta inadmisible.

La conducta de los líderes de Ezquerra Republicana de Cataluña, le añaden al Gobierno dificultades innecesarias, con un simultáneo comportamiento de aliado y opositor, imposible de moderar no solo en sus planteamientos sino también en sus actitudes. Algunas ambigüedades indeseables dentro de España, se hacen imposibles fuera de ella, si queremos seguir manteniendo en el concierto internacional el carácter episódico de nuestros separatismos. Sería pésimo para todos, que más allá de los Pirineos, se comenzase a dudar de nuestra estabilidad territorial y surgiese la sospecha de que caminamos hacia una conflictividad de difícil gestión y peor salida. El bipartidismo ha sido y es un elemento clave en la gobernabilidad y estabilidad de muchos estados, desde luego lo es para España, y esto es bueno recordarlo. La gobernabilidad de nuestro país no puede estar al albur de los nacionalistas en cualquiera de sus expresiones, Carod Rovira no puede tener la agenda que fije la duración de esta legislatura. La estabilidad del Estado, el desarrollo de las estrategias básicas de gobierno debe tener otras garantías. Esta suprema garantía, lo que podríamos denominar garantía de última instancia, tan solo puede darla el PP, midiendo palabras y conductas en clave de Estado. Desgraciadamente tampoco ha estado últimamente Rajoy muy respetuoso con el jefe del Gobierno, pero precisamente aquel que murió con una corona de espinas en el Gólgota lo dijo, "hay mas alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que perseveran"

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA