La puesta sobre la mesa de esa gran trama de corrupción en el Ayuntamiento de Madrid, trama que ahora todo el mundo dice que conocía, pone de relieve esa gran cuestión de los límites de la responsabilidad política y penal. Muchos observadores aseguran que es imposible que las autoridades políticas del ayuntamiento no conocieran al menos algo de esa corrupción, dada la envergadura de la misma.

Otros afirman que cuando suceden cosas así hay una responsabilidad in vigilando que los políticos no pueden soslayar, aun en el supuesto de que hayan permanecido totalmente la margen de los manejos y beneficios de los hechos. Hay opiniones para todos los gustos. Pero todos hemos de tener presente que en otros casos que se produjeron en el pasado la exigencia de responsabilidades in vigilando fue muy estricta e implacable, seguramente con razón, al margen de las inclinaciones políticas de cada cual y del color de los presuntamente implicados desde la vertiente política. Es claro que los medios de comunicación siempre jugaron un papel importante en las imputaciones.

Un papel a veces activo, con denuncias e investigaciones, y otras veces con los silencios, los disimulos y la protección mediática para sus afines. En este caso del Ayuntamiento madrileño, y debido a la extraña situación del alcalde Ruiz-Gallardón en el seno de su propio partido y a sus amistades y vinculaciones por fuera del PP, resulta que él, su ayuntamiento y sobre todo las dos concejalas directoras de las áreas en que la corrupción se ha producido, son tratados peor en algunos medios informativos de tinte conservador que en otros progresistas.

Sea como sea, el caso es que es una quimera eso de pretender quedar intactos y sin ninguna responsabilidad los políticos, reduciéndola al estricto campo de los funcionarios o particulares afectados. Las investigaciones policiales y judiciales han de esclarecer exhaustivamente todos los hechos y todas las responsabilidades, hasta donde sea necesario, sin que sea admisible que nadie trate de escaquearse con argumentos ridículos. Esperemos a ver.