La CEOE ha puesto sobre la mesade la negociación colectivala reducción del absentismo. El 40%del millón diario de ausencias al trabajono están justificadas. Son cifras que superanclaramente las de los países del entorno,lo que constituye motivo de preocupaciónentre los empresarios, que ven en esteproblema una de las razones dela baja productividad de la economía.

Es probable que el fenómeno responda enparte al desapego de los trabajadores respecto desus empresas. Pero la misma patronal debereconocer que existen razones de fondo quefavorecen ese distanciamiento y que no afectansolo a España, sino que se dan con más o menos profusión en todo el mundo.

Desde que estalló la crisis no dejamos deasistir perplejos al espectáculo del reparto debonos extraordinarios entre los ejecutivos de las grandes empresas, incluidas aquellas que han sido rescatadas por sus administraciones públicas,como ha sido el caso de bancos y aseguradorasa los dos lados del Atlántico.

Hasta la fecha, el dinero público españolno ha fluido hacia este tipo de compañíascon la misma abundancia que en otros paísesmuy cercanos. Pero sí lo ha hecho a pequeñaescala. Los recursos del FROB han empezado ya a canalizarse hacia las cajas de ahorros que necesitan apoyos para capitalizarse adecuadamente, mientras que sus cúpulas directivas no siempre se hanapretado el cinturón. A veces, parece que eseejercicio tan sano de vincular salarios a beneficioso a productividad solo funciona cuandose va a mejor, nunca en el otro sentido.

Y no se trata solo del despropósito deempresas que reciben ayudas públicas, sinode un mínimo concepto de la proporción. Es lógico que las compañías procuren buenos beneficiospara sus accionistas. Los de Telefónica hanobtenido una rentabilidad anual por dividendo del 7,34%, más un 4,36% de revalorización en lo queva de año; los del Santander ganan por el primer concepto un 7,18%, y un 5% los del BBVA.

Eso es una cosa, pero otra muy distintason los sueldos astronómicos de los ejecutivosen estos tiempos de penuria. Las grandescompañías dicen desde hace años estar sometidasa las reglas de la responsabilidad socialcorporativa, un concepto que hoy resulta más incomprensible que nunca.