Historiador

Poco a poco vamos conociendo los nombres de los candidatos de los distintos partidos para las elecciones generales de marzo. El PSOE extremeño acaba de hacer públicos los suyos. Como en todos los procesos de selección, nos encontramos con sensaciones divergentes: expectativas frustradas, alegrías contenidas, unanimidades frente a mayorías simples...

El caso es que hay que aplaudir y esperar la ejecución de la responsabilidad de nuestros dirigentes. Ellos son los autores de presentar el mejor cartel de los posibles. Ellos son los que han primado los criterios de inclusión final. Ellos son los que han debido ponderar sus resultados. Evidentemente todo conduce a que sea cual fuere el resultado se produzca un empate en escaños en el Congreso de los Diputados, por lo que se refiere a la participación extremeña, entre las dos fuerzas políticas más significativas. Sin embargo, en el Senado se dilucida el orgullo del ganador. Y ahí sí debe haber batalla. Los socialistas hemos anunciado que pugnaremos por dar la vuelta a los resultados del 2000. Para ello estamos inmersos en nuestra región en un continuo proceso de enlace entre el, obvio, avance conseguido durante las sucesivas etapas de gobiernos autonómicos socialistas y la relación de confianza que se manifestaría con Zapatero como inquilino en la Moncloa.

No olvidemos que esa fue una parte del trato que hizo Ibarra antes de mayo del 2003. Arrancó el compromiso de una implicación especial con Extremadura. De momento este reto se ha cumplido y además con la inclusión de propuestas de los extremeños que este fin de semana nos hemos desplazado a Madrid para formar parte de una Conferencia Política: el programa está en marcha.