Tanto el Gobierno como la oposición reaccionaron ayer con una lógica cautela y un enorme escepticismo al comunicado de la banda terrorista ETA en el que se anunciaun nuevo alto el fuego. No es para menos sitenemos en cuenta el dramático desenlace de anteriores procesos en los que la sociedad asistió esperanzada al posible final de una pesadilla que ha condicionado la vida política española durante las últimas cinco décadas.

Todavía cercano en la memoria el atentado enla T-4 del Aeropuerto de Barajas que el 30 dediciembre del 2006 acabó con la vida de dos personas, es lógico que nadie crea hoy en la sinceridad de una organización terrorista que, por otra parte, sufreel implacable acoso de los cuerposde seguridad y de los jueces tanto dentrocomo fuera de nuestras fronteras.

Pero esa gran desconfianza, quecompartimos, no debe ocultar la trascendenciadel comunicado remitido ayer por la banda a la cadena británica BBC. Los etarras han movido ficha.

Lo han hecho en un momento en el que están acorralados y solo unos días después de que la izquierda aberzale haya reclamado, junto

Eusko Alkartasuna, un cese de las acciones terroristas. Y todo ello dentro del manido, aunque esencial,debate sobre si las fuerzas que no condenan la violencia de ETA pueden o no participar en eljuego democrático.

Lo que cabe reclamar, por tanto, de todos los partidos democráticos es una reacción firme, inteligente y unitaria, que no caiga en las trampasde los violentos, pero que tampoco deje escapar cualquier resquicio que permita avanzar hacia una erradicación definitiva del terrorismo de ETA.

El comunicado de la organización terrorista, envuelto en un lenguaje de vacuas proclamas revolucionarias y de la estrafalaria iconografíaa la que nos tienen acostumbrados los etarras,no habla del final definitivo de las accionesarmadas, ni pone plazos al Gobierno, unaambigüedad que induce a pensar que estamosante una maniobra táctica. Otra más.

Es, sin embargo, una obligación delos responsables políticos sondear qué haydetrás de este pronunciamiento de ETA, yhacerlo desde la unidad democrática, sin dar el espectáculo de la pasada legislatura, cuando el

Partido Popular decidió dar la batalla al presiente

José Luis Rodríguez Zapatero durante su fallido intento de negociación.