WLwa restauración extremeña está de enhorabuena. En los últimos días, las más importantes guías de referencia sobre la calidad de los restaurantes españoles han coincidido en ponerlo de manifiesto: Extremadura está en disposición de ofrecer una importantísima variedad de restaurantes, y de vinos, de calidad contrastada y parangonable a los mejores de España y de Europa. Y ya no es sólo el restaurante cacereño Atrio --que desde hace años se encuentra en el Olimpo; en ello coinciden todas las clasificaciones: sus dos estrellas Michelín lo certifican, así como la declaración de restaurante del año 2006, según la Guía Gourmetour, que hoy se publica--; o el Aldebarán de Badajoz y el Altair de Mérida, ambos con una estrella cada uno, sino una decena larga de extraordinarios restaurantes, diseminados además por toda la región --desde Plasencia, Perales del Puerto o Trujillo hasta Zafra o Almendral, además de las tres capitales antes citadas--, que contribuyen a ofrecer una imagen de una tierra que sabe hacer las cosas bien. Y es que la calidad de la restauración extremeña es, en primer lugar, prestigio y negocio para los establecimientos; pero esa calidad sirve para extender la idea de que la sociedad extremeña es moderna y competitiva, como su alta cocina.